María Leonor Velásquez Arango


¿Recuerda cuáles son los momentos de su historia que lo han marcado profundamente? Ya sea porque sucedió algo que lo afectó, o porque tomó la decisión de hacer un rompimiento y cambiar de rumbo. Si damos una mirada a nuestra vida, seguramente encontraremos muchos momentos de éstos, desde que éramos niñas, pasando por la adolescencia y la edad adulta o cual sea la etapa de la vida en que estemos hoy.
A veces los denominamos problemas, porque se trata de una enfermedad, la pérdida de un ser querido, el quedarse sin trabajo, un divorcio, etc., y otras veces los llamamos oportunidades, el nacimiento de un bebé, estudiar por fuera, un nuevo trabajo, por ejemplo. Tanto la situación positiva como la negativa nos generan retos importantes, para los cuales no necesariamente estamos preparados y nos hacen falta herramientas para enfrentarlos. ¿Cuándo fue la última vez que, en algún campo sintió que las bases sobre las cuales estaba parado empezaban a moverse y usted estaba corriendo el riesgo de quedarse en el aire?
A veces las rupturas, que no necesariamente son temas personales y podríamos llamar quiebres, son positivas o excelentes, como la reciente Acreditación de Calidad otorgada a la Universidad de Manizales, que pone un punto de reflexión para las instituciones académicas de la ciudad y para Manizales como oferta universitaria; y otras veces los quiebres o rompimientos de la transparencia, son negativos, como la actividad del volcán y su emisión de ceniza que ocasiona el cierre del aeropuerto La Nubia y pone en aprietos la conectividad aérea de la ciudad.
En algunos casos, estas rupturas son accidentes externos o inesperados que nos tocan de alguna manera, como las epidemias o enfermedades virales que a veces atacan una población, o los desastres ocasionados en la naturaleza; otras veces, son situaciones provocadas intencionalmente por nosotros, cuando sentimos que es hora de cortar con algo y hacer un cambio radical.
El quiebre es un evento, intencional o accidental, bueno o malo, que pone a prueba nuestra capacidad de aceptar, aprender y adaptarnos y que, dependiendo de la actitud con la que nos enfrentemos a él, tendrá consecuencias positivas o negativas. Si pudiera hablar de una fórmula para enfrentar un quiebre, aunque por supuesto cada situación es particular, diría que lo primero es permitir que pase el impacto o susto inicial, donde parece que la alegría o la tristeza nos paraliza: ‘No lo puedo creer’; el paso siguiente sería tomar aire, reconocer lo que está pasando, buscar información de buena calidad para entender y poder pasar de la sorpresa a la aceptación o reconocimiento: ‘Sí, es verdad’.
Desde este sitio, más sereno, tenemos la posibilidad de identificar alternativas que nos permitan enfrentar de la mejor manera la situación, o capitalizar al máximo las cosas positivas. Dentro de estas alternativas está el identificar personas o instituciones que puedan ayudarnos en el proceso de aceptar, entender, aprender y tener nuevas herramientas para adaptarnos; esto es, construir una red de apoyo, que puede ser técnica, emocional o también espiritual, dependiendo del tipo de situación y del punto de la vida en el que nos encontremos.
He tenido rupturas o quiebres de todo tipo, profesionales y personales; éstas han sido las etapas de mayor aprendizaje y crecimiento, aunque algunas muy dolorosas, pero han sido oportunidades maravillosas que me han permitido conocer gente, explorar nuevos territorios y encontrar caminos, cada vez más sanos, de crecimiento para ponerme al servicio de otros, personas y organizaciones, desde mis propias batallas y sobre todo para reconocer lo que de verdad es importante.
No tengamos miedo a los quiebres, a las rupturas, a las crisis en nuestra vida, en nuestra organización, en la ciudad; ellas pueden ser la mejor oportunidad para encontrar nuevas posibilidades y caminos; también para fortalecer nuestras relaciones, con nosotros, con los que nos rodean, colaboradores, amigos, familia, expertos en un tema específico, etc., y por qué no, con nuestro Ser Superior que en mi caso se llama Dios, que para mí es la mejor guía y apoyo, siempre y en momentos de dificultad, sobre todo cuando hay quiebres que parecen no tener salida.
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