Podría decirse que hay una tendencia interesante en la ciudad alrededor de contar con planes de largo plazo para dejar definido un rumbo para el desarrollo futuro de la región. Algunos ejemplos de esto son el Plan Maestro para el desarrollo de la Ciudad Región, contratado con la firma inglesa Atkins y que acaba de ser entregado a la Administración, según se publicó recientemente en este diario, el Plan Maestro de educación liderado por la Alianza por la educación y desarrollado por la Universidad de Manizales, el Plan estratégico de ciudad que se trabaja de manera participativa desde Estoy con Manizales, entre otros. Como consultora en temas de estrategia ésta es una excelente noticia, pues quiere decir que hay un claro interés por ir más allá de las acciones y resultados de corto plazo, que si bien son fundamentales, no son suficientes para jalonar el desarrollo. Ahora bien ¿Qué necesitamos hacer para que estos esfuerzos tan importantes y otros que se estén desarrollando, no se queden en documentos de papel y se conviertan, realmente, en una brújula para la región?
Esta inquietud cobra más relevancia cuando se da una mirada al pasado y se encuentran documentos como la Agenda de Competitividad para Caldas, ejercicio que surgió de un estudio contratado por el gremio cafetero con el Crece, en el año 1995, para determinar la viabilidad de la industria cafetera en el país. A partir de éste, el Comité Intergremial de Caldas convocó un grupo de instituciones para completar la investigación, incluyendo, no solo el café, sino todas las actividades económicas del departamento, un ejercicio en el que se crearon mesas de competitividad. El resultado fue una Agenda de competitividad para Caldas publicada en el año 2002, con estrategias, programas, proyectos, instituciones y recomendaciones para la implementación. Un trabajo en el cual participaron más de 2.000 personas de 180 instituciones públicas, privadas y academia y sobre el cual, aparentemente, no habría reportes de seguimiento y resultados.
Contratar expertos o hacer ejercicios de construcción colectiva puede ser bueno o malo, según sea la mirada. Sin embargo, diría que la implementación y resultados de cualquiera de los dos no dependen de la calidad de los expertos ni de la calidad del plan. En más de 15 años de consultoría en temas de estrategia, creo que la lección más importante que he aprendido es que el éxito de estos ejercicios está en función de la capacidad de ejercer un liderazgo que promueva la participación, compromiso y colaboración entre los diferentes actores que tendrán la responsabilidad de implementarlo en el tiempo. No se trata de contarle a la gente lo que ‘vamos a hacer’ y el resultado ‘que queremos tener’, se trata de que todos se sientan parte de, se hagan cargo de lo que les corresponda y sobre todo que tengan la capacidad de dejar a un lado los intereses particulares para trabajar de manera articulada en pro de un propósito común que incluye los intereses de la mayoría.
Como dice Francisco Manrique, en su blog de este fin de semana, hablando de los retos de liderazgo del presidente Santos frente al proceso de paz "…el desafío del liderazgo no consiste solamente en mejorar las comunicaciones; esta es una percepción incompleta. El reto adaptativo, de conducir a los colombianos a través de territorios muy hostiles y desconocidos, va a requerir del ejercicio de un liderazgo mucho más sofisticado". <http://ciudadanoglobalfm.blogspot.com/2014/07/la-coyuntura-de-liderazgo-de-santos.html#more>. Sofisticado porque el ejercicio del liderazgo, como dice el profesor de la Universidad de Harvard, Ronald Haifetz ‘es como caminar al filo de una navaja’, esto es correr riesgos y explorar territorios nuevos y difíciles, porque hay que estar dispuesto a equivocarse para aprender, porque hay opiniones diferentes y contradictorias sobre cuál sería el mejor camino y porque sería necesario volver la luz del reflector que iluminaba el escenario principal hacia el público; en el caso del proceso de paz, hacia los colombianos quienes tendremos que asumir un papel más activo y no solo sentarnos a esperar o a criticar; en el caso del desarrollo de nuestra región, hacia los ciudadanos que igualmente tendríamos que pasar de la pasividad y la crítica a la participación y la colaboración.
Firmar un acuerdo de paz en La Habana para que cese el conflicto armado es solo un primer paso que podría abrir las puertas para construir una nueva realidad en Colombia, pero no es una tarea que el presidente Santos, por más liderazgo que ejerza, podrá lograr solo. Su reto, como dice Francisco Manrique en su blog, es monumental, va a tener que convencer a un país totalmente polarizado que hay un camino que necesita del compromiso decidido y acciones de todos, no solo de su administración y de sus seguidores. Tener planes maestros para definir el rumbo es, igualmente, el primer paso para superar muchos de los problemas de esta región, en materia de pobreza, inequidad y calidad de vida y como en el caso de Santos, esta no es una tarea que pueda asumir solo el alcalde con su equipo, se requiere del compromiso decidido y participación de instituciones y actores clave que harán parte de la implementación y que se encargarán de darle continuidad a este tipo de propuestas que corren el riesgo de ser archivadas ante un cambio de administración. Avanzar en esta dirección no es cuestión de ejercer el poder y la autoridad, no es tarea de una administración, una institución o una persona; el liderazgo a nivel individual ha pasado a la historia y si queremos de verdad afrontar la complejidad e incertidumbres de hoy, es necesario empezar a pensar en liderazgo como una competencia de un grupo o comunidad donde la colaboración y la capacidad de construir redes son elementos esenciales.
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