María Carolina Giraldo


En este espacio he repetido como un sirirí, que el conflicto armado colombiano tiene origen y escenario rural y que si no se atiende la situación actual de los campesinos será muy difícil alcanzar una paz duradera y estable. Uno de los sectores pecuarios más golpeados es el de los productores de leche. Hoy son pocos los ganaderos que viven de lo que producen sus vacas, la gran mayoría tienen que buscar otras fuentes de ingresos.
La crisis del sector tambero obedece a múltiples causas. No se puede culpar de esta situación, de manera exclusiva, al libre mercado, a la industria láctea, a la política agropecuaria o a la eficiencia y grado de desarrollo tecnológico de los ganaderos. Acá todos son responsables.
La industria procesadora de lácteos está compuesta, esencialmente, por 6 grandes empresas que acopian cerca del 50% de la producción nacional. Estas deben comprar al productor la leche por un precio mínimo establecido por el Gobierno. Siguiendo la lógica del mercado, las industrias importan este producto en el momento en que el precio internacional es más bajo que el costo de compra local. Cuando lo hacen, reducen las bonificaciones extralegales y el volumen comprado al ganadero nacional. Paradójicamente, esta situación suele coincidir con la época de vacaciones, cuando baja el consumo de leche por cuenta del cierre de los restaurantes escolares. El 50% del producto restante, que lo acopian pequeñas empresas y cruderos, se ve contagiado por esta tendencia de los precios bajos.
El valor promedio nacional pagado al ganadero por un litro subió un 1,66% en 2015, mientras el alimento balanceado lo hizo en un 4% y el salario mínimo en 4,6%. Aunque el precio de la leche baja para el lechero y el costo para el procesador industrial, el consumidor final solo percibe una leve disminución del valor mediante promociones cortas, luego se estabiliza en el mismo sitio. Por su parte, el precio de los derivados lácteos no presenta cambios.
Adicionalmente, es importante que el Gobierno preste mayor atención a la calidad de la leche en polvo y de los lactosueros que se importan, porque en algunos momentos han entrado al país productos lácteos con fechas de vencimiento cortas o que no cumplen con los estándares sanitarios de productos de buena calidad.
Con este marco, la recomendación lógica para los productores campesinos sería ahorrar en los momentos de vacas gordas para subsistir en los de vacas flacas. Sin embargo, son pocos los ganaderos que pueden ahorrar en las épocas buenas, porque lo márgenes son cada vez más pequeños.
El principal costo de producción para el lechero es el alimento balanceado (49%). Éste resulta de una mezcla de maíz y soya prioritariamente. Colombia es deficitario en el cultivo de estos dos cereales, en el país solo se cosecha el 8,6% del maíz consumido y el 14,1% de la soya. En el 2014 se importaron 4 millones de toneladas de maíz y 353.501 toneladas de soya. A pesar de esta situación los cereales tienen una protección arancelaria y por lo tanto una parte de estas materias primas entran al país pagando impuestos, lo que encarece el costo del alimento balanceado. Adicionalmente, éste se encuentra gravado con Iva del 5% descontable, es decir, que el productor puede pedir su devolución a la DIAN. Sin embargo, son pocos los ganaderos que tienen la capacidad para realizar ese tipo de solicitudes ante el Gobierno y en la práctica son muchos los que lo asumen. También se encuentran gravados con el 16% de Iva los productos de aseo y desinfección de los equipos lácteos, que pueden tener un peso en la estructura de costos cercano al 7%.
Asimismo, en materia de tecnología e innovación el sector presenta un rezago que impacta su competitividad. Sin embargo, la importación de bienes de capitales se encuentra gravada con Iva, lo que encarece el acceso a maquinaria y equipo que permitan mejorar la productividad. Por su parte, los créditos Finagro, los cuales están llenos de barreras burocráticas, son pocos y están destinados para la compra de equipos o de ganado puro, bienes a los que un gran número de ganaderos no puede acceder.
Mientras tanto, el gremio de los ganaderos hace política partidista con la plata aportada por los productores pecuarios, dejando en un segundo plano la defensa de las necesidades reales del sector lechero.
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