María Carolina Giraldo


Cuando se conocía la noticia de la captura de Joaquín Guzmán en México, en Colombia se discutía sobre la relación de las Farc con el narcotráfico y las implicaciones de esto en el proceso de paz, y en Argentina se perseguía a tres prófugos condenados a cadena perpetua por asesinatos cometidos como venganza por el tráfico de efedrina. América Latina, de norte a sur, está concentrada en luchar contra el narcotráfico, destinando recursos propios y ajenos a la guerra contra las drogas, invirtiendo una buena parte de su capacidad institucional y legitimidad política en una tarea en la se obtienen resultados muy pobres a un costo muy alto.
Algunas estadísticas afirman que se decomisa solo el 10% de lo que se consume. Según el último informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, publicado en 2015, el área de cultivo de coca en Colombia aumentó un 44%, pasando de 48.000 hectáreas en 2013 a 69.000 en 2014. Adicionalmente, la producción potencial de cocaína pasó de 290 a 442 toneladas métricas (52%).
El informe anual 2015 de esta oficina señala que 246 millones de personas, 1 de cada 20, entre los 15 y 64 años usaron algún tipo de droga ilícita durante el año 2013, 1 de cada 10 de estos consumidores sufre de dependencia a la misma. Es decir, 27 millones de personas presentan adición a alguna sustancia ilícita. Entre 2012 y 2013, 3 millones de personas se iniciaron en el uso de drogas y 187.100 murieron a causa de su consumo.
Según un informe de Human Rights Watch, entre 2006 y 2012, la guerra contra el narcotráfico en México dejó más de 60.000 muertos y 26.121 desaparecidos. En Colombia, esta cifra es más difícil de estimar, porque el fenómeno ha sido más largo y ha compartido escenario con otras formas de violencia sociopolítica. Sin embargo, el periódico El Tiempo, en el año 2013 al cumplirse 20 años de la muerte de Pablo Escobar, publicó una investigación según la cual entre 1983 y 2013 murieron en Colombia 20.000 personas víctimas del narcotráfico y se invirtieron más de 10.000 millones de dólares para el control del mismo.
Así pues, la lucha contra el narcotráfico ha demostrado ser muy costosa y poco eficaz en términos humanos y económicos, incluso si se hace una lectura comparada con los datos del consumo de drogas ilícitas. Colombia, que ha sido uno de los principales afectados por el narcotráfico, hace parte de los países que busca modificar la estrategia global de lucha contra la droga mediante la prohibición absoluta de todas las actividades que implica esta cadena: producción, tráfico y consumo. Sin embargo, las alternativas distintas a las policivas suelen no ser de buen recibo por los costos políticos que implica migrar a acciones menos fuertes en términos de prohibición.
Sin embargo, si lo que se busca es proteger la salud humana, así como la seguridad y fortalecimiento del Estado en los países productores, es fundamental buscar otros mecanismos para desincentivar la elaboración, el tráfico y el consumo de narcóticos, la prohibición absoluta no tiene en cuenta las necesidades, los contextos, ni las realidades de los productores, los traficantes y los consumidores. Buscar alternativas particulares y específicas de incentivos, sanciones y correctivos para cada uno de las personas que intervienen en la cadena del narcotráfico, podría resultar más eficaz que el seguir usando, únicamente, el control judicial y policial.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015