María Carolina Giraldo


El sábado pasado murió Carl Djerassi, el inventor de la píldora anticonceptiva. Las mujeres le debemos mucho a este señor, los hombres también. Si a las mujeres nos va bien a todos nos va mejor, lograr que tengamos más espacios de libertad e igualdad es una conquista social, no femenina, ni masculina, sino de la humanidad. Interpretar el feminismo como un enfrentamiento de hembras contra machos o simplemente como una lucha contra una situación dada reduce la posibilidad de contar con más personas comprometidas con las causas que buscan fortalecer la igualdad y el empoderamiento de las mujeres.
Existe una creciente antipatía hacia el feminismo, al punto que se usan neologismos como femi-nazis o atacar los argumentos de las defensoras de los derechos de las mujeres porque sustentan sus discursos desde lo que algunos denominan la superioridad moral. Es común encontrar mujeres que todavía reniegan de la conquista feminista de inclusión en el mercado laboral, porque implica doble trabajo, dentro y fuera de la casa. Sin embargo, estas suelen pasar por alto que el ejercicio práctico de su libertad e igualdad está estrechamente ligado a la independencia económica.
Hoy se percibe al feminismo como un grupo de mujeres que anda presionando por un lenguaje inclusivo y criticando cualquier conducta social que implique que se usen y goce el cuerpo femenino, no importa si este uso y goce es o no consentido. El feminismo prefirió el discurso complejo, rebuscado y en algunos casos exagerado, para justificar su coherencia e inteligencia, cuando su sustento ético es innegable. Ese debería ser su principal pilar de justificación, más allá de las discriminaciones que implica el lenguaje y algunas conductas y actos culturales patriarcales.
Me contestarán las expertas en materia de feminismo que detrás de los discursos en su contra no hay más que dominación, que esos son los argumentos que usan aquellos que buscan seguir oprimiendo a las mujeres. Posiblemente sus explicaciones están cargadas de razones válidas. Sin embargo, tengo una visión más práctica del tema, si de lo que se trata es de fortalecer las formas y los mecanismos para empoderar a las mujeres, sería mejor usar una retórica profunda y coherente pero sencilla, como lo hacen el presidente Mujica y el papa Francisco. Apelar a los principios de igualdad, dignidad y libertad y dejar de lado, por el momento, la lingüística y otras categorías de análisis más complejas.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015