Jorge Raad


Luego de veintitrés años, nuevamente escribo la columna en primera persona. Al celebrar 95 años de existencia de LA PATRIA hay que congraciarse con esta efeméride por lo que ha significado el periódico en la vida de los caldenses, antiguos y actuales.
Tampoco se deben olvidar a aquellos, con raíces personales o familiares en Caldas, que viven en otros lugares, incluyendo el exterior, y leen fundamentalmente el periódico a través de las comunicaciones satelitales.
Varias épocas con sus propias características ha tenido el diario. Los directores han dejado su impronta, hasta llegar al documento matinal, tecnológicamente actualizado, que hoy leen miles de personas. Todos han buscado un excelente producto del agrado de sus fieles: Amantes del conocimiento, de las opiniones, de las caricaturas, de los espacios para el esparcimiento y del mercadeo.
La esencia de LA PATRIA radica en las directrices doctrinales explícitas e implícitas a través de los editoriales, sin abstraerse de los sucesos importantes y cotidianos de la sociedad presentes desde los ancestros, los cuales eran aceptados sin discusión, más antes que ahora, conservando la capacidad de promover análisis.
LA PATRIA desde sus páginas puso y quitó en todos los órdenes de la vida caldense, ahora es más difícil, pero sucede.
Los delineamientos de carácter político propios del periódico son respetables. A través de mis lecturas de más de cincuenta años he discrepado de editoriales que merecen otros análisis sociales.
Los editores temáticos y los periodistas de todas las disciplinas tienen la responsabilidad del cuerpo del periódico, son profesionales quienes respaldados por títulos universitarios, a diferencia de los antiguos -a borde de linotipo- que para fortuna aún viven, tienen inmensos deseos y capacidades para ser cada vez mejores y lograr una publicación intachable, en todo el sentido de la palabra.
Lo moderno indica que un espacio muy importante lo deben ocupar los títulos y las imágenes quedando, en no pocas ocasiones, limitadas las informaciones. Así, el periódico es de más fácil aceptación. Muchos declaran que ello es suficiente por el trajín.
Los columnistas han sido cientos, cada quien con su tema y estilo. Sigue siendo válido cuando expresé que no leía a todos, pero respeto sus consideraciones y modo de expresarlas aunque no las comparta. En otra parte de esta edición hacen referencia justa a las plumas, un decir, magistrales.
Todos los escritores de columnas de opinión y caricaturistas deben ser controvertidos, incluyendo al implacable censor gramatical. Es más valiosa una estricta lectura que un asentimiento permanente.
LA PATRIA tiene una excelente planta de personal en los oficios de la edición e impresión, y diría que hasta en la comercialización de sus páginas, las cuales no siempre comparto aunque son su verdadera fuente de ingresos.
Cada día LA PATRIA llega en los diversos medios de comunicación: televisión, radio, digital y diversas redes sociales, eso son las imposiciones de la tecnología aceptadas por los ciudadanos.
Cuando comencé a escribir para LA PATRIA, el director de entonces Luis Felipe Gómez Restrepo, me dio un consejo: Escriba como para un bachiller. A veces me falta o me excedo. Tengo que decirle: Padre Luis, me acuso..., luego de llegar a contrición de corazón, propósito de la enmienda y satisfacción de obra, aunque esta es la más compleja.
Cuando a finales de la década del noventa me colgaban mis artículos, embolataban por decir un eufemismo, estuve a punto de suspenderlos, irónicamente, no era una ambigüedad y porfié.
Es un privilegio escribir en LA PATRIA, así lo entiendo y lo ejercito. Sin obligaciones de escribir o publicar, lo hago como si la de cada martes fuera la última. ¿Será esta? ¡Tengo tentaciones, pero me falta valor!
Quién iba a creer que escribiría para LA PATRIA cuando presencié la quema de la bandera norteamericana y el periódico en la Plaza de Bolívar, luego de una manifestación universitaria, como era la costumbre.
Recuerdo el estremecimiento cuando oí por primera vez, todavía tenía el musgo de mi tierra natal, a un voceador gritar: ¡LA PATRIA con la tragedia de hoy!¡Cuánto ha cambiado!
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