Jorge Raad


Todos los seres humanos han tenido a otra persona que la consideran su guía, su profesora o su maestra, no siempre en forma presencial. Aquel o aquella que influyó en algún momento de sus vidas para convertirse en el ejemplo o en el ícono, y que recordará durante toda su existencia.
Estos prójimos pueden ser los padres, los abuelos, o cualquier familiar o amigo que esté próximo, no solo físicamente sino en la identidad intelectual o espiritual a cada persona. El objetivo fundamental debe ser que la persona que tiene bajo su protección sea mejor, inclusive que él mismo, convirtiéndose en demostración de altruismo que deben exhibir quienes acepten y desempeñen el papel de maestro, bajo diferentes estrategias y no solamente bajo las normas de la formalidad escolarizada.
Inicialmente la noticia transmitida a través de los mecanismos electrónicos indicaba que un profesor de la Universidad de Stanford, (Estados Unidos), Bernard Roth, quien a raíz de la publicación, julio del 2015, de su libro: The Achievement Habitat, expresó que solo cambiando algunas frases que indicaban el pensamiento de las personas, se puede obtener la modificación de la conducta que lo hará diferente.
Parece como si fuera la publicidad de un libro de aquellos, que leen muchos, que los promueven como el ideal para llegar a la superación personal. Sin embargo, los caminos reales para llegar a modificar las conductas de las personas y que el cambio conlleve a una vida diferente y permanente, son distintas.
Uno de los ejemplos publicados es textualmente el siguiente: Quiero ir al cine, pero tengo que trabajar, que debe ser cambiado por: Quiero ir al cine, y tengo que trabajar. La modificación sugerida es cambiar la palabra, pero por la disyuntiva y.
Otra muestra es el cambio de: Tengo que hacer por quiero hacer, en donde tengo se transforma en quiero.
Lo dicho, parecería un libro destinado al cambio de actitudes frente a la vida diaria. El profesor de Stanford (California), ha modificado verdaderamente en sus estudiantes la manera de enfocar el trabajo y aprender a tomar decisiones que impliquen varios compromisos, comenzando por priorizarlos.
Podría pensarse en otros cambios autóctonos como: Deber por deseo; obligación por querer; cumplimiento por compromiso; sostener por cooperación.
Allá Stanford con sus docentes y estudiantes. Acá, es indagar por la manera como los docentes desde el ciclo preescolar hasta el universitario o técnico, inciden efectivamente en la conducta de sus estudiantes más allá de los textos, la información electrónica, los conversatorios estrictamente académicos, los trabajos, las evaluaciones y los diálogos informales, tan importantes en la vida escolarizada.
Porque indudablemente, los resultados de la misión de quienes tienen estudiantes se han deteriorado en términos generales. Se ha ahondado la diferencia, absurdamente y por incapacidad, entre la formación privada y la estatal.
No todas las universidades colombianas que ocupan lugares en los manidos escalafones, el producto final general traducido en egresados, investigaciones y proyección universitaria hacía una sociedad seria, no son todo el oro que aparentan ser.
Los profesores de todas las entidades de educación, e inclusive los que usan canales virtuales, tienen la obligación de promover las facultades de pensar, ejercitando esta cualidad normal entre los seres humanos y haciendo que sus estudiantes sean críticos, sin límites, con respeto por la diferencia.
Para entrar en las etapas siguientes el autoexamen ubica al alumno, esta vez sí es adecuada la denominación porque debe entrar en un mundo iluminado, en el contexto de sus capacidades que son ilimitadas y del entorno cercano o lejano que lo frenará si no está capacitado para romper las barreras del conformismo que es un estado deletéreo de los ciudadanos de cualquier región.
Pero: ¿Cómo podrá un profesor inducir a sus estudiantes en la búsqueda de nuevos horizontes? Lo más importante es que tenga actitud. Sin embargo lo que hoy se confunde es la conducta con la aptitud y si esta última es lo único identificable, se obtiene un bárbaro ilustrado. De actitud a aptitud es cerca, a la inversa puede ser imposible.
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