Jorge Raad


Con el fallecimiento reciente del odontólogo Jorge Gómez Ospina, se cierra una parte de la historia de la salud de Caldas. Meses atrás Gustavo Álvarez Llano, su compañero imprescindible en las labores administrativas y técnicas del sector, también había partido a la intemporalidad de su Dios. Ambos deberán estar gozando al amparo de sus creencias.
Gómez Ospina llegó a liderar la salud del Departamento de Caldas en una época difícil, principalmente por la crisis financiera establecida en muchas instituciones, y en pocos días logró resolver los conflictos, mucho más que cualquiera de las que se suscitaron después. Sus antecesores como Aldemar Gómez Aguirre, Francisco Carmona o Efraim Gartner, cumplieron un especial papel en la integración de la salud de la región caldense. Fue bajo la dirección de Gómez Ospina, cuando se consolidó y se agruparon bajo las normas del Sistema Nacional de Salud dos estructuras independientes, pero correlacionadas, que dirigían los servicios de salud en Caldas.
En cumplimiento de sus deberes previos, Jorge Gómez se desempeñaba como cabeza visible en Caldas del Servicio Cooperativo Interamericano, con sus programas de salud pública, además de su labor en la sección actualmente conocida como salud oral, por la dimensión social del concepto y la importancia de ella en el estado sanitario integral.
Al asumir la jefatura del Servicio de Salud de Caldas se produjo por primera vez en Colombia un cambio radical en la concepción de la dirección de los servicios de salud por profesionales no médicos, lo cual hizo por 18 años ininterrumpidos, estableciendo una marca de gestión que va más allá del simple calendario.
Hay que reconocer como con Gustavo Álvarez consiguieron organizar lo que hoy se llama red pública hospitalaria en el Departamento de Caldas, luego de la emisión de las normas nacionales que así lo establecían. El recuerdo impone cómo los hospitales de los diferentes municipios tenían diferentes naturalezas jurídicas y había necesidad de integrarlos, labor que en algunos casos no fue fácil, para que el Estado se hiciera cargo de ellos, lo que ha sido una fortuna.
Un trabajo especial, teniendo como socio institucional al Comité Departamental de Cafeteros de Caldas, e importante contraparte profesional y de liderazgo al médico salubrista y profesor Humberto Jaramillo Montoya, fue el desarrollo de lo que se conoció como salud rural, en donde el Comité aportaba los dineros para la construcción y dotación de las decenas de puestos y centros de salud en el Departamento y el Servicio se hacía cargo del funcionamiento. Un programa que fue modelo a nivel americano. Varios de ellos luego se convirtieron en hospitales.
La regionalización del sector en Salamina, Riosucio, Dorada y Manizales y sedes alternas en Anserma y Chinchiná, se consiguió bajo su dirección, pero lamentablemente desapareció por las leyes de municipalización y luego por los mandatos de las leyes 10 de 1990 y 100 de 1993. Actualmente, se busca consolidar de nuevo la regionalización por ser una herramienta eficaz, si es bien dirigida, en la búsqueda de la calidad de los servicios de salud.
Muchas actividades en salud fueron apoyadas por Jorge Gómez Ospina, de las cuales podrán expresarse muchas verdades y opiniones.
Apoyó con ahínco la salud materno infantil; las construcciones hospitalarias; la salud mental; la creación y desarrollo de la Escuela de Auxiliares de Enfermería, con sus extensiones, bajo la dirección de la enfermera Elvia Cecilia Muñoz de Gómez; el programa de promotoras y parteras; la epidemiología; el saneamiento ambiental y las zoonosis; la red de laboratorios y el Centro de Diagnóstico, Referencia e Investigación; los programas de atención médica; la fluorización del agua, vigilancia y control; la educación médica continua con la Universidad de Caldas; la creación y desarrollo de la revista Medicina de Caldas; y otros en donde delegó funciones técnicas.
Sin embargo, su preocupación fundamental fue mantener financieramente estable el Servicio de Salud de Caldas y toda la red estatal, lo que logró, durante su gestión y se conservó luego por algún tiempo. Gracias a él por su dedicación.
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