Jorge Raad


La sociedad en general no tiene un concepto nítido sobre las causas reales de sus enfermedades y por consiguiente sobre los motivos de las muertes que se producen en cada país y menos en el planeta.
Las epidemias y pandemias, con todo su tinglado, distraen a los ciudadanos de las múltiples agresiones de que son objeto en forma constante con las cuales conviven sin percatarse del daño.
Los seres humanos no viven en urnas, aunque algunos consideren en medio de su ego que se la merecen, están lejos de ello. La exposición al ambiente que los rodea ha sido permanente desde el principio de la especie, y si se quiere mucho antes, desde cuando la vida se hizo presente en el globo terráqueo.
El ambiente se ha enrarecido con el transcurso de los siglos y se ha acelerado en las últimas décadas por culpa en buena parte del mismo ser humano, aunque no tenga plena conciencia de ello. Desde la vida bucólica hasta la postindustrial dominada por una tecnología incontenible e irreversible salvo una catástrofe global, todo ha sido transformado.
Hace dos semanas la Organización Mundial de la Salud, OMS, emitió un extenso e importante documento que se comenzó a analizar. El dato más impactante es que una de cada cuatro muertes que se producen anualmente en la tierra, se debe a factores ambientales.
Sin embargo la proporción no es igual en todo el orbe, lo cual es consecuencia natural del entorno diferente en el cual nacen, viven y laboran distintas sociedades.
Los riesgos derivados de la contaminación o impureza absurda del aire, agua y suelo; la exposición cada vez mayor a químicos; los radicales cambios climáticos, con ciclos más severos y prolongados y el sometimiento a la luz ultravioleta, son la causa de más de 100 enfermedades, hoy plenamente reconocidas.
La directora de la OMS, Margaret Chan, ha dicho con lógica extrema que un ambiente saludable conduce a una población con salud, entendida en toda la extensión del concepto.
Los cálculos indican que mueren 12,6 millones de personas anualmente, según cifras consolidadas del 2012. De ellas 2,5 millones son atribuidas a los demoledores accidentes cerebro vasculares; el tradicional infarto del corazón contribuyó con la pérdida de 2,3 millones; lesiones no intencionales como los temidos accidentes de tránsito participaron con 1,7 millones; el amenazante y en ascenso cáncer causó 1,7 millones; infecciones respiratorias crónicas, cada vez más frecuentes, 1,4 millones; enfermedades diarreicas, a pesar de los avances en su control, 846.000; infecciones respiratorias agudas, tan inadecuadamente manejadas, 567.000; condiciones neonatales, 270.000; el eterno paludismo, 259.000; y quién lo creyera porque van en aumento, las lesiones intencionales como los suicidios, 240.000.
El mayor número de muertes, 3,8 millones, se presentó en la zona del Sudoeste Asiático, seguido de cerca, 3,5 millones, en el área del Pacífico Occidental y el menor, para creer, en América con 847.000. Indudablemente las cifras están influenciadas por el número de habitantes, las normas imperantes, la instrucción, y por supuesto, la calidad del ambiente.
Indudablemente, la primera herramienta para combatir estos fallecimientos es la prevención, que es obligación ineludible de todos, la cual debe iniciarse desde la vida intrauterina. Cada edad tiene sus propias medidas preventivas. Para los viejos, 50-75 años, existen medidas vitales especiales.
El 65% de los óbitos son debido a las enfermedades no transmisibles en donde la polución del aire es un primer factor. A pesar de las epidemias, las transmisibles, van en declive aunque siempre aparecerán nuevos o reactivados agentes.
Cuando se informa que el 13,5% de todas esas muertes ocurren en niños que no han alcanzado los 5 años, entonces surge una pregunta: ¿Qué se está haciendo por el futuro de la población? Pero a su vez, los viejos son el segundo grupo más afectado. ¿Paradójicamente, será que a los viejos solo les corresponde morirse?
¡Ah! No faltaba la de Perogrullo, los países subdesarrollados y en desarrollo son los más afectados.
Nota: ¿El Hospital Universitario solo es una intención?
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