Jorge Raad


Ahora cuando se analiza por diferentes actores de la salud, la importancia del médico general, reconociéndole de nuevo su valor en el ejercicio de la medicina cuando busca el mantenimiento o recuperación de la salud de las personas y entre ellas los pacientes, porque definitivamente la salud no es derecho exclusivo de los enfermos, sino de todos los seres humanos, llega la muerte de Don Darío Gómez Gómez, el médico sucesor de otros insignes colegas, quienes ejercieron magníficamente en Chinchiná.
Para reconocer parte de su estela, se extrae del libro Pinceladas de la Historia de la Medicina, de este autor, y especialmente del capítulo: Una Pléya de en Formación, que incluye la descripción de 34 cátedras magistrales desarrolladas en la Facultad de Medicina, 1960-1990, de la Universidad de Caldas:
“Salud Pública………Un especial recuerdo merece El Distrito Universitario Integrado de Salud, DUIS, que funcionaba en el Hospital San Antonio de Villamaría, conducido integralmente en lo académico, asistencial y administrativo, por las autoridades departamentales de salud y la Universidad de Caldas. Las prácticas de campo en salud pública no serán olvidadas y las asistenciales fueron los primeros pasos en el contacto autónomo con los pacientes en el camino al denominado ruralito y posteriormente el Internado y finalmente el Servicio Social Obligatorio….
…..El ruralito, realizado en varios municipios de Caldas, en donde los estudiantes ejercían actividades de Salud Pública y asistenciales en el Hospital, con médicos con gran conocimiento de la comunidad, trayectoria asistencial y experiencia académica…..Prácticas excelentes como en el Hospital San Marcos de Chinchiná bajo la supervisión directa de los Maestros Darío Gómez Gómez y Diego Isaza Mejía, y ellos bajo la dirección del doctor Gustavo Hoyos Medina, serán todo un compendio de medicina de inmejorable calidad, lo que se aprendía en un turno valía por cinco textos. Humanistas….”
Darío precedido del Don, con letras mayores al mejor estilo mexicano, ejerció la medicina general y la anestesia en el San Marcos, con una especial concepción de lo que significaba ser médico. Un libro abierto y una cátedra viviente con su ejemplo a las distintas generaciones de médicos que le correspondió orientar en unión de su colega y amigo Diego Isaza Mejía. Ambos bastiones de una medicina de la mejor calidad que se ejercía en Chinchiná y Caldas.
La maestría con la que evaluaba junto a sus estudiantes, los resultados del trabajo nocturno o del diurno, dejaba impresa indeleblemente toda una serie de reflexiones de quienes estaban en las postrimerías de sus estudios médicos. Con la naturalidad de un padre, como fueron muchos docentes, entablaba un análisis tranquilo de los pacientes y de las actuaciones de sus jóvenes practicantes, en el mejor y real sentido, generalmente en su oficina con una cordialidad impactante por lo atrayente sin dejar de ser exigente y un poco más serio evidenciado en su voz y cara, cuando detectaba una equivocación en el actuar de uno o varios de sus aprendices de medicina.
Asumía las dificultades de sus estudiantes como propias, por encima de todo para él estaba el paciente y de inmediato si había algo que corregir, instruía apaciblemente o se apersonaba de inmediato del problema. La Maestría de Don Darío, un médico universal como Diego, era proverbial y así eran o viven, muchos médicos generales egresados de la Universidad de Caldas.
Darío el líder médico estuvo durante varios períodos en la Junta Directiva del Colegio Médico de Caldas, entregado a los estudios de los problemas y búsqueda de soluciones, que se derivaban del ejercicio médico. Colega en todo el sentido de la palabra, sin llegar a cohonestar con la violación de los principios que regulan la práctica de la medicina.
El médico Darío Gómez, el director de San Marcos, ejerció su función pública con probidad a toda prueba y fue el artífice de un hospital emblema en el Departamento de Caldas. Comprometido en toda la extensión con su función administrativa y dueño de una autoridad ejemplar frente a su hospital, por su conocimiento y mando.
Nota: Sigue en la oscuridad el tema del Hospital Universitario
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