Jorge Raad


Hubo una vez en Manizales, 1940- 1970, un comercio mayoritario de textiles de importancia nacional que trascendía en su mercadeo, cerca y lejos, los límites del departamento.
Hoy, se conservan otras importantes empresas en otros ramos de la industria y del comercio que llevan, a pesar de las dificultades, un liderazgo que es digno de reconocer. Ello sin desconocer la caficultura y la industrialización de su producto que va más allá de las fronteras patrias, e incluso allende los mares.
Hombres del comercio como los Hijos de Marco Gómez, incluyendo al padre, allá en la carrera 22 cerca a la calle 19, hicieron toda una historia de distribución de mercancías en donde atendía personalmente Eduardo, el recordado hombre cívico de Caldas y gestor de una importante empresa, con una franquicia alemana, que importaba y luego fabricaba utensilios para el agro y el hogar. Ellos, en medio de la venta de sedas importadas fueron siempre amables y tolerantes, como todos, con sus compradores.
Don Marco Aristizábal y su Central Batanera, con toda clase de productos de lana, en especial cobijas y ruanas, catalogadas por el gramaje por medida de superficie. Hombre serio pero poseedor de un excelente conocimiento de su mercado. Como todos los mayoristas de la época sus consejos eran primordiales para el comerciante minoritario porque entendían que la fidelidad era la base de su negocio.
Elías Jaramillo Botero y su tradicional representación de Coltejer, El primer nombre en textiles, 1907, quien finalmente se localizó en la Plaza de Bolívar, atendía, directamente y además de ser sus compradores permanentes eran proclives a entablar conversaciones de toda índole. Su figura y sus modales, distinguieron a este colegiado de Nuestra Señora. Coleta Margarita, dril Armada, lienzos, liencillos, sedas, y otros productos ornaban las tarimas y los entrepaños y por supuesto eran las materias primas para sastres, costureras y madres. La aparición de Sanforizado, fue el regalo antiarrugas Fabricato, La fábrica de los hilos perfectos, era distribuida por Horacio Agudelo Estrada, un hombre de una cordialidad increíble establecía lazos de amistad, con sus compradores minoristas en escala grande y pequeña. Coleta Gloria, dril Naval y Supernaval, dulceabrigo, otomana, popelinas y sedas.
La recordada esquina de Hijos de Liborio Gutiérrez con su gerente, el inolvidable Roberto Jaramillo, telas y artículos que también se vendían directamente a los parroquianos. Sombreros: Barbisio, italiano y Stetson, inglés, eran una línea de inmensa aceptación. Paños como León y Campana.
Otros de obligado recuerdo son: Óscar Estrada Arias con Coltejer y el hidalgo Gonzalo Robledo A., con Fabricato, eran comerciantes de trayectoria que tenían sus propios clientes y otros compartidos con los de mayor cobertura y venta.
Tejicóndor, a la diagonal del Palacio Arzobispal. Una fábrica con menos productos pero de una gran calidad y aceptación, incluyendo: opales, toallas, géneros y las cobijas Telsa.
Única, la emblemática fábrica de tejidos de Manizales, que pregonaba: Hace un poco menos pero lo hace mucho mejor, en donde sobresalía la denominada tela escocesa, -cuadros, cuadritos y rayas-, a similitud de los tradicionales trajes escoceses. De gran demanda por su calidad inigualable. Desapareció antes de tiempo por dolorosas razones. Nunca, como otras, debieron salir del mercado a pesar de la crisis, la empresa conllevó pérdidas inverosímiles para sus accionistas.
Comerciantes de la talla de Darío Correa, con su almacén Van Raalte y su línea de ropa femenina interior, importada y nacional, incluyendo las famosas fajas enterizas con resorte. Atento y enterado de múltiples temas que facilitaba la relación distribuidor-minorista.
El reconocido y serio Enrique Villa López y su almacén Reysol, especializado en medias cuando las mujeres siempre usaban falda, calidades, colores y tallas. Ellas se fijaban de los broches de las fajas, denominadas bragas. Aun no venían las media-pantalón.
Marcas especiales como camisas Primavera, aquellas blancas y de cuellos duros que luego vinieron con una modificación denominada trubenizado. A ellas se anexaba un calzoncillo denominado Expanso, que reemplazaba a los largos tradicionales.
Posteriormente aparecieron dos marcas de camisas: Una en Pereira, aún Caldas, Jarcano. La otra en Manizales: McNelson, distribuidas directamente por sus fabricantes.
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