Jorge Raad


Desde el inicio de la medicina ejercida por médicos, para diferenciarla de otras connotaciones, no había discriminaciones, porque no existían categorías entre los médicos, salvo que eran o no buenos. En otras palabras: Eran acertados en sus diagnósticos y tratamientos o simplemente eran considerados como personas que manejaban, sin ser médicos, las enfermedades más elementales.
En estos casos los enfermos recurrían a otros personajes más o menos empíricos, pues el empirismo siempre ha existido. Durante los siglos de la era cristiana, el ejercicio de la medicina se ha ido mejorando con el advenimiento de las distintas concepciones filosóficas, religiosas- de diferentes teocracias-, técnicas, tecnológicas, políticas, económicas, científicas, de enseñanza y formación.
Antes la medicina no era mejor ni peor, era la que correspondía con la época. En la actualidad puede afirmarse que la medicina es la mejor jamás practicada, construida con bases milenarias. Sin embargo, queda un enorme vacío cuando quienes se pretenden formar como médicos van dejando de lado, por culpa de las escuelas, sus profesores y propia, el inmenso compromiso personal del significado de ser médico.
El médico antes que altamente competente en la teoría y práctica, debe ser un ser humano con las más sobresalientes cualidades, esta es una premisa inconmutable. Solo así se entendería totalmente su misión que sobrepasa de lejos la ciencia y la tecnología.
Con el tiempo aparecieron los especialistas, modalidad extendida por todo el planeta. Primero como una disposición personal apoyada en el libre albedrío por la experticia, respaldada institucionalmente. Luego llegaron los de escuela con la refrendación académica necesaria de sus estudios. Muchos de ellos hicieron pasantías en el exterior de diferente duración, énfasis y variadas estrategias.
Con la creación de la Asociación Colombiana de Facultades y Escuelas de Medicina, Ascofame, por delegación del Estado certificó miles de especialistas, con las más diferentes procedencias de estudios y prácticas, inclusive del exterior.
Luego el Estado inició la convalidación de títulos a través del Ministerio de Educación y del Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior, ICFES. Para finalmente volver al Ministerio. El estudio de los títulos, previa presentación completa de todos los documentos, debidamente apostillados, se hace en universidades seleccionadas encabezadas por la Universidad Nacional de Colombia.
El estudio de los procesos que han conducido a la aprobación de títulos de especialistas obtenidos en el exterior tiene diferentes enfoques con la responsabilidad final, ahora, del Ministerio de Educación. Le corresponde a ese ente determinar en dónde han existido las fallas y ser consecuente con los resultados, el país se merece la verdad, no las emociones ni las veleidades de los funcionarios.
El problema es si los médicos saben y están capacitados para ejercer una especialidad o una supraespecialidad. Pero también hay que entender que el médico está sometido a múltiples factores no siempre benéficos. Muy diferente es conocer si los títulos están debidamente convalidados para que la sociedad colombiana tenga la seguridad del Estado, que al menos el médico ha cumplido con los trámites mínimos que le permitan un ejercicio seguro para sus pacientes.
El ejercicio de la profesión médica en Colombia está debidamente reglamentado, lamentablemente el de todas las especialidades no lo está, salvo la anestesiología y la cirugía plástica para menores de 18 años, un esperpento. Los títulos de especialista no son patentes de pirata. Quien posea un título debe ajustarse a los condicionamientos esenciales del ejercicio de la profesión médica.
Ahora cuando alguien proclama que es especialista debe demostrarlo fehacientemente, no tiene alternativa así tenga, supuestamente, toda la ciencia, la tecnología y la técnica para ejercer una especialidad.
No se puede compartir la tesis de la ministra de Educación cuando expresa que no es responsabilidad del Ministerio el problema de los títulos. Hay que decir que sí le compete. Lo que no es de su jurisdicción es asegurar las cualidades del médico cuando cumple con los requisitos legales exigidos para desempeñar una especialidad.
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