Esta historia bien puede comprometer a todos los periodistas, por mayor falta de autocrítica que algunos tengan o tengamos para ejercer el trabajo. No hay mayor tarjeta de presentación ni tesoro más importante en la vida profesional de un reportero que su credibilidad. Una vez perdida por un error, sea minúsculo o garrafal, es casi imposible recuperar un punto previo de confianza.
Brian Williams es el editor en jefe del noticiero de televisión más visto de Estados Unidos. Desde 2003, heredó la silla de Tom Brokaw en NBC Nightly News. Brokaw, quien llevó el informativo a la cima de la audiencia, es un reputado periodista de los tiempos de David Brinkley, John Chancellor y el inigualable Walter Cronkite. Williams es el quinto presentador en la historia del informativo, que en media hora, logra más de 7 millones de televidentes cada noche.
La semana pasada pudo haber llegado el peor escándalo del noticiero en su historia, más allá de la batahola del 2001 por los trabajadores que resultaron infectados por un paquete que contenía ántrax e iba dirigido a Tom Brokaw. El viernes 30 de enero del 2015, el presentador Brian Williams anunció que había llevado a un veterano de la invasión a Irak a un partido de hockey, donde fue reconocido por su misión y su servicio. Sin embargo, la razón del problema está en que Williams aseguró al aire que este sargento y su compañía “había rescatado, rodeado y mantenido con vida” a su equipo de NBC News luego de que el helicóptero en el que se transportaban hubiera sido impactado desde tierra por un lanzagranadas. Lo dijo por años.
No obstante, hace nueve días, el mismo Williams tuvo que retractarse por lo que había afirmado. El helicóptero que llevaba a su equipo de NBC News jamás fue impactado por explosivo alguno. Sí ocurrió, pero le sucedió a una aeronave que llevaba militares. Esos mismos veteranos escribieron cartas abiertas en internet como protesta a NBC News y a Brian Williams, quien, después de notar que la presión aumentaba por el mismo efecto dominó de sus colegas, no tan colegas, tuvo que contar las cosas como fueron en verdad, a pesar de haber narrado la primera historia, incluso, hace unos meses en el show de entrevistas del comediante David Letterman, de CBS, la competencia inmediata de NBC.
Williams se excusó en un lapsus de su memoria y fue, quizás, algo mecánico en su aceptación del error. Incluso, en sus ojos se ve la velocidad que llevaba el teleapuntador cuando leía su disculpa.
El sábado en la noche dijo en un escueto comunicado que se alejaría por un tiempo de la pantalla. Escribió que era “dolorosamente evidente” que ya él era en exceso parte de las noticias. Repasó que el periodista no puede volverse parte de ellas y en eso sí es sensato y acertado Williams, por asombrosa que fuera su mentira. Pese a ello, en la tarde del 10 de febrero, fue suspendido de NBC News por seis meses y sin pago. Algunos dudan de que regrese al informativo y otros quieren su puesto.
Pero, condenar o no la acción de Brian Williams y los productores de NBC Nightly News es aún prematuro sin siquiera escuchar una explicación sincera de parte del presentador. Ya sus colegas lo hacen porque, a veces, los periodistas se invisten dentro de las togas del alto tribunal de la moralidad pública, sin esperar a que las cosas y las partes generen más información o aclaren la situación, provocando así únicamente tres cosas: especulación, más errores y más mentiras.
Por su discreción, da clases de periodismo a varios que más allá de honrar la profesión, se dedican a aumentar su ego y su sesgo como capos radiales y televisivos.
En este caso, el error y la mentira fueron presentados como verdad y eso nunca puede pasar. Es responsabilidad del periodista y del medio corregir y retractarse de lo dicho, cueste lo que cueste.
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