Luis F. Molina
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Por ocasiones es difícil comprender a quienes nos gobiernan. Unas veces por reconocida incompetencia e ineptitud, otras porque quieren vender gatos por liebres y, la mayoría de veces, porque buscan llevarse el crédito de todos, hasta de sus desconocidos. Es como si llegar a un ejecutivo acarreara un súbito cinismo aplicado hasta para engañar al mismo gabinete. Y, lo más peligroso de todo, es que haya personas e instituciones que apoyen esas mentiras, como si se tratara de una campaña.
La nueva falacia provista por el Gobierno Bolivariano de Venezuela es que en el país no existen problemas de abastecimiento de alimentos. No es noticia, pero tampoco es una crisis erradicada. En su nueva filosofía de coartar libertades y hacer del país vecino una cárcel de puertas abiertas, se suma un crítico sistema que debe funcionar para el 30 de noviembre: los captahuellas.
Lo que ese gobierno llama como un “novedoso sistema” biométrico para evitar el contrabando interno de alimentos y los temores de “bachaqueo” (sistema contrabandista culpado por el gobierno venezolano en el que aseguran que los alimentos de ese país terminan en la frontera con Colombia, como si aquí se tuvieran las limitaciones de consumo que allá se establecen con el pasar de los meses), es la nueva forma de controlar la demanda ante la escasa oferta de productos de primera necesidad en ese país.
Sobre todo, es la ruta más débil para cubrir el desastre en el que se ha convertido el sector productivo venezolano, sumido en la más brutal decadencia animada por las absurdas ejecuciones económicas de los gobiernos del chavismo. Eso sí, mucho se jactan de haber erradicado el hambre y de reducir la pobreza. Reflexiono por episodios y veo que ya la debacle venezolana ha alcanzado ese nivel de solidez en el que ya la élite del chavismo se clavó por años en el poder dado el ahogo en el que la oposición se ha mantenido por la falta de garantías políticas.
Según el gobierno venezolano, máquina sin control de excusas y conspiraciones, el sistema biométrico no impide que una persona lleve lo que quiere de un supermercado; solo controla que no haga dos diferentes compras del mismo producto. Toda una opción de consumo. Así mismo, dicen que es mejor pasar unos minutos más en la caja tratando de poner bien la huella a pasar horas y horas por fuera de los expendios esperando por arroz y leche. Pero solo para una vez.
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Fidel Castro aseguró la semana pasada en el diario oficialista cubano Granma que Estados Unidos y Cuba deberían poner sus diferencias de lado luego de tantas décadas. Un comentario editorial del New York Times del 19 de octubre bien apoyaba esta decisión, más cuando resaltaban el enorme esfuerzo de Cuba por frenar la propagación del ébola.
Les invito a leer el texto La impresionante contribución de Cuba en la lucha contra el ébola en el enlace http://bit.ly/CubayebolaNYT
El viejo, después de todo, puede estar en lo correcto.
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