Efraim Osorio


El padre Gallo, en su Oasis del 7 de junio de 2014, afirma que el siguiente proverbio es español: "Por un clavo se pierde una herradura; por una herradura se pierde un caballo; por un caballo se pierde un jinete; por un jinete se pierde un reino". Su origen no es español. Según Gregory Titelman, autor del libro "America’s popular sayings" (Dichos populares de América), el proverbio se remonta a los alrededores del año 1390, cuando salió a la luz el libro "Confessio Amantis" (Confesión del amante), de acuerdo con la investigación hecha por John Gower (1408). "El dicho -dice el texto citado- se encuentra en el francés de finales del s. XV: ‘Par ung seul clou perd on ung bon cheval’ (Por un solo clavo se pierde un buen caballo). En 1651, el dicho fue incluido en la colección de proverbios de George Herbes: "For want of a nail the shoe is lost; for want of a shoe the horse is lost, for want of a horse the rider is lost". Benjamín Franklin lo usó por primera vez en el Poor Richard’s Almanac (1757). Se encuentra en todos los diccionarios de proverbios americanos". No obstante lo hasta aquí expuesto, lo incluí en el libro "Compilación e interpretación bilingües de dichos, refranes y adagios de la lengua castellana" con la siguiente interpretación: "El menosprecio de un detalle puede traer desastrosas consecuencias".
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Los términos ‘chovinismo’ y ‘chovinista’, escritos también ‘chauvinismo’ y ‘chauvinista’, fueron asentados por primera vez en la vigésima primera edición del diccionario de la Academia de la Lengua (1992). El primero, sustantivo, con la siguiente definición: "Exaltación desmesurada de lo nacional frente a lo extranjero"; el segundo, adjetivo o sustantivo, con ésta: "Que manifiesta chovinismo". Le debemos esta palabra al apellido de un soldado francés, Nicolas Chauvin, miembro de las tropas de Napoleón, y que fue dado de alta del ejército con grandes honores militares. Se distinguió por la devoción incondicional y excluyente que le tenía al emperador. Esto fue lo que infructuosamente quiso decir el señor Rogelio Vallejo Obando en su llamada a la Línea Directa de nuestro diario, pues la transcripción fue la siguiente: "Llegó la hora de recordar al soldado francés Nicolás Chaumen"; y "Nos llegó el momento precioso para inscribirnos en el chaubinismo" (4/6/2014). No debe de ser tarea sencilla la transcripción del lenguaje hablado (¡y telefónico!) al escrito, pues la pronunciación y la modulación de la voz varían de acuerdo con el que llama. Más difícil aún si de vocablos extranjeros se trata. ¿Serán éstas las causas de las deficiencias e incorrecciones que con frecuencia se ven en esa sección de nuestro periódico? ¿O la falta de tiempo para investigar? Esto sólo lo sabe aquel a quien le caiga este guante y se lo chante.
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La apócope de ‘tanto’, ‘tan’, que, como parte de la oración, es sólo adverbio, se emplea únicamente cuando precede inmediatamente a adjetivos y adverbios, por ejemplo, "no me agrada esa persona tan petulante"; "el arreglo no quedó tan bien definido como lo esperaba". Se usa también en frases relativas, verbigracia, "está tan grave el enfermo que ya sus familiares perdieron toda esperanza". En los demás casos debe usarse completo el término ‘tanto’, que puede ser adjetivo o adverbio. Esta norma no fue tenida en cuenta por el redactor en la siguiente aclaración: "Tenga en cuenta que, remodelar, o reconstruir, puede ser tan o más costoso que construir como nuevo" (LA PATRIA, Línea directa, N. de la D., 4/6/2014). En ella, el adverbio ‘tanto’ no precede inmediatamente al adjetivo ‘costoso’. La construcción castiza y armoniosa, entonces, es ésta: "…remodelar (…) es tanto o más costoso que…". Con frecuencia se oye o se lee la siguiente expresión: "Tan es así que…". "Tanto es así que…", es la construcción correcta, porque el adverbio ‘tanto’ precede a un verbo. En cambio, si decimos "Tan así es que…", lo hacemos castizamente, porque ‘así’ es adverbio. A pesar de su uso extendido, esta corruptela gramatical aún no ha sido aceptada por la Academia de la Lengua. ¡Norabuena!
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Los sinónimos de ‘peripecia’ son ‘accidente, aventura, incidente, caso, suceso, mudanza’. Procede del griego ‘peripetéia’ (‘mudanza súbita’). El Diccionario le da las siguientes acepciones: "En el drama o en cualquier otra composición análoga, mudanza repentina de situación debida a un accidente imprevisto que cambia el estado de las cosas. // 2. Accidente de la misma clase en la vida real". Según estas definiciones, las ‘peripecias’ son accidentes que el sujeto de ellas sufre sin buscarlas, por ejemplo, "en el paseo a la finca tuvimos muchas peripecias". De aquí que me parece inapropiado su empleo en la siguiente frase de Salvo Basile, columnista de El Tiempo, en su comentario de la película Leidi: "Ella se olvida de la compra y comienza una peripecia para encontrarlo…" (6/6/2014). Ella no comienza la ‘peripecia’. En la película, como en cualquier obra dramática, este cambio repentino e imprevisto para los espectadores depende del libreto y, por supuesto, del director de la obra. No de los personajes interpretados por los actores. ¿Será hilar muy delgadito? Es posible, pero a veces es necesario hacerlo para redactar con propiedad y claridad.
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