Efraim Osorio


Un español, sí, uno de esos que nos ‘descubrieron’, nunca confundirá los verbos ‘casar’ y ‘cazar’, porque, incluso desde antes de nacer, ya los pronuncia de manera diferente. Pero nosotros -que de ellos heredamos el idioma sin esa peculiaridad, que se devolvió con ellos en una de sus carabelas- los pronunciamos sin diferenciarlos, lo que nos hace cometer un error de ortografía frecuente, como éste del columnista Bernardo Mejía Prieto: “…la de ser una persona diplomática [Luis Castaño Villegas] que no cazaba peleas con nadie…” (LA PATRIA, 10/8/2015). ‘Casar una pelea’, así, con ‘ese’, es un colombianismo por ‘provocar una pelea’, locución muy común entre nosotros, acogida por Alario di Filippo en su diccionario. Además del sentido de ‘contraer matrimonio’ (usado más en su forma pronominal) y del jurídico de ‘anular, derogar’, el verbo ‘casar’ significa “corresponder, conformarse, cuadrar una cosa con otra”. Existe también la locución ‘casar una apuesta’, a saber, “poner sobre una carta un jugador y el banquero cantidades iguales”. ¿Vendrá de aquí nuestra locución?
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¡A propósito!, un muy buen lector y yo, pensando en los ‘aviones de caza’ (“el de tamaño reducido y gran velocidad destinado principalmente a reconocimiento y combates aéreos”), creímos que el señor Juan Lozano había cometido un gazapo del tamaño de un Jumbo, en la siguiente declaración: “Por eso, cuando escuché las informaciones sobre el trágico episodio del Casa, sentí una enorme tristeza…” (El Tiempo, 10/8/2015). Se refería el columnista al accidente de un avión de la FAC, uno de aquellos descrito de la siguiente manera por Wikipedia: “El Casa C-295 es un avión de transporte táctico medio que fue diseñado por la compañía española Casa en los años 1990 como un desarrollo del exitoso Casa CN-235. A partir del año 2000, con la incorporación de Casa al grupo aeronáutico europeo EADS, el avión pasó a ser designado EADS Casa C-295. Realizó su primer vuelo el 28 de noviembre de 1997 y entró en servicio con el Ejército del Aire de España en 2001”. No andaba, pues, descarrilado el señor Lozano; quien sí se descarriló con este nombre fue el columnista Jaime Alzate Palacios en la siguiente conclusión, después de exponer las diferentes explicaciones oficiales de los últimos accidentes aéreos de la FAC: “…infantiles contradicciones, que lo único que han producido es la confirmación de que el avión Caza y el helicóptero Black Hawk fueron derribados” (LA PATRIA, 15/8/2015).
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LA PATRIA tiene un columnista mesurado, buen redactor y excelente analista. Es un convencido de la necesidad de que se llegue a un acuerdo entre este gobierno y los narcoterroristas de las Farc. Se llama Ricardo Correa Robledo. Sus argumentos me convencen, ¡claro!, hasta que oigo a los representantes de ese grupo en Cuba. No era esto, sin embargo de lo que quería hablar, sino de un descuido suyo, improbable en su caso, pero descuido de todas maneras. No obstante, recordemos que Homero también se dormía de cuando en cuando. Esto escribió, no el narrador griego, sino el columnista manizaleño: “…en medio de todas las dificultades y retos que genera un proceso de paz (…) surgen de muchos lados botafuegos que quieren acabarlo, destruirlo y soslayarse en esto” (13/8/2015). En esta oración confunde ‘soslayarse’ con ‘solazarse’. ‘Soslayar’ (“ladear, sesgar, inclinar; evitar, rehuir, esquivar’) es un verbo ciento por ciento transitivo, a saber, siempre pide su complemento; ‘solazar’ (‘alegrar-se, recrear-se, entretener-se), es transitivo, pero puede ser también pronominal, naturaleza apropiada para la idea que quiso expresar don Ricardo, pues, evidentemente, uno no puede ‘soslayarse’, pero sí ‘solazarse’.
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Por primera vez, en su vigésima edición, el Diccionario de la Academia asienta el término ‘pedigrí’, con la siguiente definición: “(Del ingl. ‘pedigree’). m. Genealogía de una animal. // 2. Documento en que consta”. En la edición del 2014, modificada segunda acepción: “Documento en que consta el pedigrí”. El hermano Andrés Hurtado García lo aplica, por extensión, a ciudades, pero con una grafía equivocada: “…se trata de ciudades que atraen por su innegable ‘perdigree’” (LA PATRIA, 13/8/2015). El término, según el diccionario inglés Webster, es de origen incierto, pero dice que puede venir del francés ‘par degrées’ (‘por grados’). Muy lógico.
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