Bernardo Mejía


La primera potencia mundial está viviendo un proceso electoral que puede cambiar la historia política de ese país, y lo está haciendo en medio de una crisis humanitaria mundial aterradora, con el desplazamiento de un alto número de seres humanos, especialmente de pobladores del norte de África que están abandonando sus tierras y propiedades en búsqueda de una mejor calidad de vida en Europa, y pobladores de Centroamérica que en un número menor, están tratando de llegar a USA buscando el sueño americano.
A ocho meses de la elección presidencial, Estados Unidos está definiendo los candidatos de los partidos políticos tradicionales para suceder a Barack Obama. En la contienda hay unos aspirantes que están presentando unas propuestas que van en contra del establecimiento político de ese país. Uno por el partido republicano, el señor Donald Trump que es arrogante, impetuoso y sobre todo xenófobo, con un discurso en contra de los mexicanos calificándolos de violadores y ladrones propone que se construya un muro en concreto que aísle totalmente a Estados Unidos de ese país y además, por cuenta de los mexicanos. Ese candidato caricaturesco y que parecía que no iba a llegar muy lejos, puede ser el elegido por el partido republicano.
El partido demócrata presenta dos aspirantes, uno de corte socialista, el señor Bernie Sanders, y la señora Hillary Clinton, quien según como van las elecciones primarias, será la candidata oficial de ese partido y además, en una eventual contienda electoral entre ella y el señor Trump será la elegida, para bien de Estados Unidos y del mundo, como la próxima presidente de ese país.
Discursos segregacionistas como los del señor Trump son los que menos necesita el planeta en los actuales momentos. Lo que se requiere son voces de entendimiento, comprensión y ayuda a las comunidades menos favorecidas, tal como lo que dijo el papa Francisco en su reciente viaje a México.
Los pobladores del norte del África están viviendo unas condiciones de extrema pobreza y padeciendo una alta violencia que propicia que los habitantes de esos países salgan de ellos, abandonando sus propiedades, porque consideran que cualquier situación que vivan en otro sitio va a ser mucho mejor que las que viven en sus lugares de origen.
Esos procesos de desplazamiento también se están dando en Colombia. Desde hace muchos años nuestros compatriotas que viven en las zonas de conflicto armado, están abandonando sus propiedades huyendo de la guerra y de las amenazas, buscando una mejor calidad de vida. Estos compatriotas están llegando con sus familias a las ciudades sin un solo peso y son las que a diario se ven en los semáforos y áreas públicas pidiendo ayuda.
Ver estas personas en las calles nos debe servir para tomar conciencia de las condiciones en que viven muchos de nuestros compatriotas y también para entender el drama de todos los migrantes del mundo y de las dificultades que producen en los países donde llegan, pues no están preparados para atender este alto número de personas.
En muchas oportunidades nos incomodamos al ver a estos seres humanos tirados en los parques y zonas verdes de la ciudad como si fueran animales, y nos quejamos de que las autoridades no hacen nada por sacarlos de allí. Este es el mismo comportamiento de muchos europeos con los africanos e inclusive de los seguidores del señor Trump con los latinoamericanos. No tengo claro cuál debe ser el manejo que se les debe de dar a estos seres humanos, pero sí estoy totalmente convencido que la solución no es poner muros divisorios. En principio creo que debemos de seguir el ejemplo y las palabras del papa Francisco.
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