José Jaramillo


La administración pública está lejos de méritos y capacidades de los actores, porque en ella tienen influencia los políticos, para poner fichas burocráticas que garanticen su poder en determinadas áreas; y el usufructo de nombramientos, contratos y cuotas “voluntarias” a directorios. Un parlamentario que tenga votos mayoritarios en un departamento o municipio exige al gobernador o al alcalde que ponga sus fichas en determinadas secretarías, donde es abundante la burocracia y se maneja harto “billete”. Educación, hacienda y obras públicas, por ejemplo. “La cultura no da votos y es muy pobre”, decía un senador, maestro en esas lides.
Los intentos por corregir ese sistema han sido infructuosos. Primero se creó la carrera administrativa, para darles estabilidad en los cargos a los empleados públicos, para evitar las masacres laborales por cambios de gobierno. Este sistema ha servido para que se perpetúen en sus cargos los ineptos, atornillados por la antigüedad; y su ineficiencia es directamente proporcional a los años que llevan en el puesto. “Perro viejo late echado”.
Después, dirigida a los puestos de dirección, apareció la figura de la “meritocracia”, que consiste en convocar concursos de méritos para suplir determinados cargos públicos. El trabajo de selección se le encomienda a una institución de reconocida idoneidad y transparencia (por ejemplo una universidad), que pasa a los candidatos por tamices de variadas características, para finalmente proponer un determinado número de nombres, de los que los directivos de la entidad contratante escogen el favorecido. Y en este punto aparecen los políticos interesados en poner sus fichas, para “estudiar” las calificaciones, y “sugerir” bajas y altas de puntos, hasta que les cuadran caja a sus candidatos.
Del caos que provoca el mal desempeño de quienes están más interesados en conservar el puesto que en ser útiles surgen absurdos, como retrasar dos o tres meses la provisión de transporte y alimentación a los estudiantes de las escuelas públicas, cuando el calendario escolar es el mismo todos los años, pero los burócratas comienzan a tramitar los contratos de suministro después de que han comenzado las clases. Y enviarles pacientes del régimen subsidiado a prestadores de servicios de salud y después demorarles meses y años los pagos de las cuentas, lo que los mantiene en estado permanente de quiebra, sin los mínimos materiales médicos y quirúrgicos, y con los pagos de nóminas y servicios atrasados.
Los casos anteriores son apenas dos ejemplos de que en buena parte de la administración pública están los que no son, pero mientras estén bien apadrinados pueden decir: “Aquí estoy y aquí me quedo”.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015