José Jaramillo


Lástima que no haya podido venir Obnubilio, que es experto en temas académicos, para comentar el caso de "los jóvenes que no tienen empleo (…) y crece el feroz descontento que se manifiesta en asaltos a Transmilenio, los atracos callejeros, el consumo de droga (…). Y "la industria se desvanece hasta la desintegración (…), consecuencia de cargas en tributación, más que desmedidas, brutales". Y qué me dice de la "educación decadente". De lo que sí sé yo, que me eduqué en Francia, en París, cuando mi papá fue embajador en ese país. Allá no había profesores comunistas, como aquí, en la Universidad Nacional, que solo les enseñan a los estudiantes a practicar el "tiro al tombo", que es como llaman echarles piedras a los policías; y a fabricar bombas molotov y papas explosivas. ¡Qué horror! Y aquí la economía no tiene "más endulzante que la corrupta mermelada".
Y qué me le unta a la salud, querido Fercho. El que necesita una cita con un especialista está perdido, entre otras cosas porque no los hay. "Los hospitales se caen de abandono y los pacientes se mueren a sus puertas".
Y "la economía se contrae (…), languidecen las inversiones, escasean los empleos" y lo poco que se produce cuesta carísimo, para unos consumidores empobrecidos. Si nos damos cuenta nosotros que podemos ir a mercar a Miami y de paso les damos el paseo a los chinos, qué dirán los proletarios. Y Juanpa echado, rascándose la barriga y dándole al sonsonete de las conversaciones de paz. Y, de paso, politizando la justicia, asociado con el fiscal general, que está armando la impunidad para los guerrilleros. Y la voz del santo procurador, como la de Juan el bautista, clama en el desierto.
Y qué me dices del hacinamiento en las cárceles, llenas de rateros y robagallinas. Por fortuna nuestros compañeros, injustamente perseguidos por este régimen corrupto, lograron salir a tiempo del país; o se les pudo conseguir detención en una escuela de caballería, así nos cueste ayudarles.
Esto sí es comida (mirando la carta), José Contento. La mejor idea fue haber traído un chef francés para el club Cedro Negro, o, si no, un cocinero criollo nos tuviera comiendo porquerías folclóricas, como ese sancocho, que es como echarle a una olla todos los productos que se ven en el paisaje cafetero, juntos, con unos chimbos de carne gorda, y ponerlos a hervir. No se explica uno cómo no son más altos los índices de mortalidad de este país.
Tenemos que repetir la tenida, pero con Obnibilio, a quien acusan de haber sido el poder detrás del trono en el gobierno anterior, comparándolo, ¡qué bellaquería!, con Dioselino Greñas, el de Venezuela.
Diosdado Cabello, doctor, y perdóneme que me meta.
¡Ah!... ¡Lo que nos faltaba! Un mesero castro-chavista infiltrado en este exclusivo club, oyendo todo lo que uno conversa. Debemos tener micrófonos hasta en la ensalada. Y Juanpa, como si nada sucediera en Colombia, sonando el disco rayado de la paz.
Citas: F.L.H. LA PATRIA 4-5-2015. Opinión.
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