José Jaramillo


En el clásico barrio manizaleño Versalles, en la calle 50 con carrera 27, está ubicada la mansión que fue del caudillo político y brillante intelectual Gilberto Alzate Avendaño, donde se refugió a leer los textos más selectos de las más diversas materias, para litigar con éxito como abogado y formar un patrimonio que le sirviera para financiar su carrera política, que era su verdadera vocación, y no malgastar su vida "pegado de un inciso", como él mismo afirmaba. Esa casa, imponente y señorial, la adquirió la Nación y la dio en comodato, con su contenido de muebles y la biblioteca del Caudillo, para que en ella funcionara la Corporación "Rafael Pombo", como extensión de la que se había creado en Bogotá, por iniciativa del expresidente Belisario Betancur Cuartas. Éste se apoyó, para que se institucionalizara la Corporación en Manizales, en el maestro Guillermo Ceballos Espinosa, quien, a su vez, convocó a varios amigos suyos… y "se hizo la luz".
Después, hace relativamente poco, los directivos de la Corporación Rafael Pombo gestionaron la transferencia de la propiedad de la mansión al municipio de Manizales y entonces fue posible que éste hiciera una inversión importante en restaurar el inmueble; y a esta obra se sumó la Secretaría de Cultura de Caldas. Hasta ahí los "misterios gloriosos". Los "gozosos" han sido las labores que se han realizado en esa institución, orientadas todas a la formación de niños y adolescentes en música, canto, pintura, danza, lecto-escritura y otras humanidades, todas en forma bilingüe, inglés-español.
Los resultados académicos han sido maravillosos, con una cobertura que crece cada año, a medida que los niños capacitados demuestran la bondad de la metodología aplicada, la acertada dirección académica y la calidad de los maestros. Los conciertos que se ofrecen con alguna frecuencia, los coros navideños, los concursos y exposiciones y las tertulias temáticas, conmueven a los asistentes, y no solamente a los papás, los abuelitos y las tías de los niños, sino a toda la audiencia, porque la calidad interpretativa, la personalidad artística y las obras plásticas son excelentes, teniendo en cuenta el nivel de la formación y las edades de los participantes.
Y los "dolorosos" son los malabares económicos y la inestabilidad financiera de la Corporación "Rafael Pombo", que camina en la cuerda floja de los ingresos, que provienen de matrículas individuales -pocas y muy baratas-, de convenios con fundaciones privadas y de programas con entidades oficiales, estos últimos, que constituyen un porcentaje muy alto, sometidos a los vaivenes de los nombramientos de directivos, a los recursos presupuestales y a eventualidades como la Ley de Garantías, que en un país donde hay elecciones un año sí y otro no, son fatales para instituciones de este género, como si enseñarles a unos niños a tocar guitarra o piano, a cantar, a danzar o a pintar óleos y acuarelas, incidiera de alguna manera en los resultados de los comicios para elegir presidente de la República o miembros de cuerpos colegiados.
Una institución benemérita, donde se construye futuro formando niños para la excelencia, merece un apoyo sólido, para que no sobreviva solo por la mística de unos quijotes y el milagro presupuestal de cada año.
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