José Jaramillo


Faltando datos de "otros municipios", es decir países pequeños cuyos funcionamientos económicos y administrativos no son universalmente conocidos, los de mejor desempeño en el mundo, que superaron, gracias a sus convicciones culturales, todas las turbulencias del proceso de maduración como naciones, para satisfacer las necesidades básicas de sus pueblos, con equilibrio y justicia; vivir en paz y sostener un ritmo continuado de progreso, sin afanes ni altibajos, se cuentan en los dedos de las manos… y sobran dedos. Ellos son: Alemania, Islandia, Dinamarca, Noruega, Suecia, Suiza, Inglaterra y Holanda. Y muy cerca de ese ideal, Japón y Corea del Sur. ¿Y cuál es el secreto? La ausencia de politiquería, porque sus sistemas políticos son serios; y la estabilidad en los procesos administrativos.
Las naciones mencionadas son democráticas y capitalistas, algunas monarquías constitucionales, cuyas empresas y trabajadores pagan gustosamente altos impuestos, porque son administrados eficientemente, de modo que los pueblos tengan un nivel de vida alto, con servicios esenciales gratuitos, de alta calidad.
Cuando se habla de sistemas políticos serios hay que reconocer, tristemente, que el de Colombia no lo es, porque está montado sobre una confusión de normas, constitucionales y legales, que solo sirven para que las partes interesadas entraben los procesos, buscando beneficios particulares; porque el andamiaje parlamentario es de muy baja calidad intelectual y altísimo nivel de corrupción; y porque el costo de hacer política se encareció de tal forma que solo dineros de oscura procedencia pueden costearlo, garantizando así la permanencia de las mafias dentro del sistema "democrático". Y no hay estabilidad en los procesos administrativos, porque el oleaje de los cambios gubernamentales, parlamentarios y judiciales tiene que rotar constantemente a los funcionarios, para que los actores triunfantes consoliden sus cuadros burocráticos, y de esa manera se fortalezcan electoral y económicamente. En los países mencionados arriba, un ministro, o el presidente de una entidad industrial o comercial del estado, puede permanecer por décadas en el cargo, cuando los resultados de su gestión son satisfactorios.
No es necesario ser experto en ciencias políticas, ni magíster en alta gerencia, para entender que las cosas como están en Colombia van de mal en peor, mientras no exista una verdadera vocación de servicio en los aspirantes a cargos públicos; y no se supere el concepto de que funcionario que no sale rico del puesto es un pendejo.
¿Cuál puede ser la solución para que se inicie un proceso que lleve al país a una verdadera democracia participativa? Tal vez lo más razonable es comenzar por los municipios, haciéndoles entender a los electores que tienen que ser veedores del desempeño de los alcaldes y concejales que eligieron, con autoridad moral, porque no vendieron el voto. Es decir, cambiar de abajo hacia arriba.
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