El título de la nota es mucho más que una aspiración. El próximo 2 de octubre se celebra el Día Mundial de la No Violencia, y por obvias razones una conmemoración de ese tipo debe tener resonancia mundial. Al lado de la pobreza, la inequidad y la corrupción (además por estar íntimamente ligadas entre ellas), la violencia debiera ser una de aquellas cosas intolerables en cualquier sociedad. Lamentablemente, es aún lejano el momento en el que nuestras conmemoraciones alcanzarán la realización de las transformaciones. Pero hay que persistir y tratar de movilizar desde las reflexiones.

Tal persistencia contra la violencia ha movilizado centenares de iniciativas en el mundo, tanto en el escenario de la política como en los escenarios académicos y en las artes. En Colombia, inmensos y memorables esfuerzos se han registrado para rechazar la violencia como forma de relación entre las personas. De ellos, resalta recientemente la movilización que ha motivado el músico bogotano César López, el mismo que hace poco más de 10 años lanzó como "Invisibles-Invencibles" a un puñado de músicos habitantes de la calle. El mismo que tiempo después transformó un AK-47 en una guitarra eléctrica, como símbolo de la transformación de los mecanismos de la guerra a través del arte. El mismo que produjo hace un par de años un trabajo musical con el inquietante título "Toda bala es perdida"… él mismo, sumado a otras organizaciones que se movilizan por las mismas causas, están poniendo en marcha desde 2011 lo que ellos llaman un "experimento de pedagogía social para la prevención de las muertes violentas", bajo la denominación de 24-0.

La evidencia de los experimentos anteriores de César López hace pensar que hay quienes tienen la habilidad para hacer posible lo que parece inconcebible. Percusión en el cuerpo, armas convertidas en instrumentos o indigentes que cantan en un concierto, parecieran accidentes que pasan de una dimensión inmaterial a la nuestra. Pero los organizadores de 24-0 saben responder a la pregunta si cero muertes violentas corresponden a un objetivo inalcanzable e irreal. Para ellos es claro que lograr cero muertes violentas no es lograr la paz, pero tal certeza no excluye la demanda por una "paz mínima", como un imperativo ético para todos los colombianos.

En Caldas, la propuesta de 24-0 ha tenido eco en diversos actores. Municipios como Supía, Viterbo y Chinchiná ya empiezan a organizar su propia conmemoración, con apoyo de la Gobernación de Caldas. En Manizales, diversos actores de la institucionalidad y la sociedad civil han decidido encontrarse y clamar durante 24 horas por cero muertes violentas, y lo van a hacer en la Comuna San José. Digno de resaltar el liderazgo de la administración municipal, el apoyo de la cooperación alemana, el compromiso de la Policía Nacional, la respuesta del ICBF, la participación de diversas ONG y grupos de ciudadanos, y de los artistas que quieren vincularse a la iniciativa de rechazar la violencia como forma de expresión.

Afortunada la selección de la comuna San José como sitio para la reflexión y el encuentro. No solo porque lo necesite y porque sea preciso erradicar la violencia de la comuna (y de la ciudad). Lo más significativo será la oportunidad para hacer ver que la Comuna San José está plagada de hechos cotidianos de paz y de construcción de sociedad y ciudadanía, aún en medio de enormes restricciones y de erráticas intervenciones institucionales. Los torneos deportivos organizados por "El Caleño", por "María" o por Jaime Alzate; las clases de Capoeira; la labor del TICH; el empeño de Ómar, Carlos, Adriana, Claudia, Manuel, y otros tantos líderes comunitarios; la entrega de funcionarios de la administración, de profesionales de las ONG, de profesores y directivos de los colegios de la comuna; la resistencia digna, pacífica y valiente de una comunidad entera, hacen pensar que no fueron muy acertadas las palabras de un concejal que invitó a un "réquiem" por la comuna, porque la Comuna San José está viva y será un excelente escenario para invitar a rechazar la violencia.