Dos hechos recientes ponen al departamento de Caldas -una vez más- en la incertidumbre: La aceptación de la demanda por el Consejo de Estado contra la supuesta inhabilidad de Guido Echeverri por su reelección como gobernador y el informe de factibilidad financiera de Aerocafé de la Financiera de Desarrollo Nacional que concluye sentenciando que dicho aeropuerto financieramente no es viable.
Ambos hechos son de extrema gravedad, a pesar de que la dirigencia departamental se empeñe en minimizarlos. En el primer caso, la destitución de Echeverri parece inminente, según se infiere de otros casos recientes como el de la gobernadora de La Guajira; en el segundo, es claro que el proyecto emblemático de la coalición de gobierno, pese a sus intentos por refinanciarlo con recursos de la nación, dadas las recurrentes aperturas de investigaciones por la falta de planeación y pésima gestión, no se verá materializado en este gobierno, así se insista tozudamente en que los nuevos burócratas caldenses ubicados en puestos claves, incluido el ministerio del sector, estarían en condiciones de salvarlo.
Los pilares sobre los cuales se han construido los imaginarios de futuro para Caldas en las tres últimas décadas volvieron a caer estrepitosamente. Ni Aerocafé, ni puerto de Tribugá, ni tren a la Felisa, ni Km 41, ni Zona Franca, ni Puerto Multimodal... Todo se derrumbó. Solo falta que caiga el gobernador como símbolo de estos imaginarios para quedar como al principio de una coalición que nuevamente quiso diferenciarse del yepo-barquismo y terminó enlodada en sus mismos vicios.
La pregunta es ¿qué sigue?
Según la coalición de gobierno local, aquí no ha pasado nada; tan solo se trata de la incomprensión del gobierno nacional para con un departamento agobiado y sufrido, además del fantasma de algunos pereiranos que quieren impedir que Caldas progrese. Para algunos, los jueces y organismos nacionales de control harían parte de ese ataque externo que se confabula para desbaratar los proyectos visionarios del departamento. Pero la supuesta tenacidad y perseverancia de los actuales senadores caldenses, junto con la avanzada en el gobierno nacional de los mejores hijos de estas tierras, darían al traste con semejante arremetida nacional. Según su criterio, ellos, más temprano que tarde, vencerán!!
Si la sociedad civil caldense no reacciona, si no es capaz de romper las cadenas clientelares de quienes en nombre del interés colectivo han usufructuado el tesoro público para fines privados; si no se comienza a construir una alternativa diferente al modelo infraestructuralista de desarrollo exógeno, basado en la inserción forzada de la débil economía caldense a los mercados globales, entonces muy seguramente, el nuevo Caldas llegará al medio siglo de existencia siendo un departamento “perdedor” como clasifican los economistas de la competitividad a las regiones que no logran insertarse en el complejo, agresivo y cambiante mundo de las economías de libre mercado.
Esa sociedad civil caldense, hasta ahora anestesiada y acrítica, ha experimentado en carne propia el camino que no debería seguir recorriendo, para no terminar -si es que ya no lo está- en niveles de pobreza tan extrema como los de Haití, un pueblo que ha servido de ratón de laboratorio a los países desarrollados y empresas extractivas de materias primas para saquear sus riquezas naturales dejando a sus habitantes en las peores condiciones socio-ambientales e incrementando su vulnerabilidad climática.
Por eso es tan importante hacer un llamado amplio para repensar a Caldas en el contexto regional, nacional y global a partir de una mirada endógena que reconozca en primer lugar las potencialidades y limitaciones del territorio, su carácter diverso y multicultural, y la urgente necesidad de pensarse regionalmente en clave de asociatividad estimulando las ventajas comparativas, más que las competitivas. Un nuevo proyecto endógeno es más urgente y pertinente que el global; un proyecto basado en el esfuerzo propio de comunidades de aprendizaje, más que en la captura de presupuestos públicos para la financiación de obras de infraestructura con fines especulativos y nulo impacto económico. Es indispensable reconstruir la red de ciudades de la región para que entre todos los generadores de conocimiento y creatividad se logren nuevos equilibrios para sacar a Caldas del caos, de la fragmentación, del desconcierto, de la corrupción y el despilfarro.
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