Alvaro Segura


Desconcertados y ofendidos, con toda razón, están los cafeteros colombianos, y muy especialmente los caldenses, pues la ayuda económica que con insistencia le pedían al gobierno nacional y que se confirmó hace cinco días después de marchas de protesta y de concentraciones pacíficas, es una bofetada a la dignidad de quienes gracias a los buenos resultados de su actividad en tiempos de abundancia sacaron adelante el país.
No sé en qué estaban pensando el presidente Juan Manuel Santos y su Ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, quienes además se jactan de sentirse cafeteros de corazón, cuando acordaron hacer el anuncio de la pírrica y miserable asignación de apoyo de devaluados 20 mil pesos por cada carga de 125 kilos cuando esta se pague por debajo de los 650 mil pesos, como sucede hace varios meses.
Para poner en contexto a quienes no conocen bien este tema, los cultivadores de café además de sembrar sus colinos (la planta pequeña que compran envuelta en una bolsa negra) o de soquear los palos (cortan muy bajito el arbusto grande para que retoñe porque ya no produce ni mucho ni buen grano), tienen que abonar periódicamente sus sembrados, desyerbar los alrededores de los mismos, recolectarlo y beneficiarlo que no es otra cosa que quitarle la pulpa, lavarlo bien con abundante agua y después secarlo para venderlo en compra ventas o a trilladoras que lo pagan bien, regular o muy mal dependiendo de la calidad del grano obtenido.
Y ante semejante proceso que un cafetero normal tiene que desarrollar, para lo cual requiere contratar trabajadores a los que además debe alimentar y darles la dormida, esto sin tener en cuenta las amenazas de todo tipo que se ciernen sobre sus fincas y cultivos, y los costos de transporte, le están pagando hoy la carga de 125 kilos a 577 mil 875 pesos, si el café que llevan es bueno, pues de lo contrario comienzan las rebajas.
Mirando esto hay que especificar que una carga de 125 kilos está representada en 10 arrobas y que por cada arroba, que son 12,5 kilos, el gobierno anunció una ayuda de 2 mil pesos sobre su precio, es decir, que gracias al "gran" apoyo gubernamental a quien le vayan a pagar 57 mil 787 pesos le darán 59 mil 787 pesos por arroba.
Pero eso no fue lo que dijo el Minhacienda esta semana cuando en compañía del Gerente de la Federación Nacional de Cafeteros y del Ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, habló de 28 mil 800 millones de pesos de ayuda para la caficultura. Claro, eso en términos totales es una millonada de plata, pero dividida esa suma entre 350 mil o 400 mil necesitados y agobiados caficultores termina siendo una miseria. Qué pesar el engaño, pero más pesar da ver cómo el gerente de la Federación y el Minagricultura que se deben a los cafeteros, además de ser esa su esencia (creo yo), se quedan callados ante lo que saben es una miseria si se tiene en cuenta que lo que se necesita es hacer viable y productivo el sector para sacarlo de las amenazas que se ciernen sobre él.
Y para no ir muy lejos con respecto a lo que considero es una penosa ayuda, que además ofende al cafetero, basta recoger las sorprendentes, pero ciertas reacciones de los dirigentes gremiales de Caldas que tan cuidadosos han sido siempre a la hora de hablar del gobierno y de la Federación, pero que en esta ocasión no pudieron esconder su frustración por tan pírrico apoyo. Mario Gómez, Eugenio Vélez, Ricardo Sánchez y Marcelo Salazar, además de quienes están al margen de la institucionalidad, rechazaron, como lo hacemos todos, la celebración que hizo el gerente de la Federacafé de dicho anuncio sin siquiera hacerle observaciones.
Que somos desagradecidos dirán algunos, puede ser, pero lo es más el gobierno que con sus abanderados de la causa cafetera como Santos, Cárdenas y Restrepo, y con los beneficios generales que le representa un sector como este, le ofrece migajas que muy poco aportan a la solución de la crisis estructural que vive el sector cafetero.
Traigo a colación algunas palabras del presidente Juan Manuel Santos en la instalación del Congreso Nacional Cafetero de diciembre de 2010, el septuagésimo quinto, y el primero que como Jefe de Estado presidía, cuando en su saludo dijo: "Los cafeteros de Colombia y el Gobierno Nacional nos hemos puesto de acuerdo en una sola palabra, en una sola meta, en una sola dirección: LA PROSPERIDAD. Ese es el norte de nuestras acciones desde cuando asumimos la Presidencia y ese es también el terreno fértil en el que nos hemos encontrado con la institucionalidad cafetera".
Y agregó: "El pasado 26 de agosto –como bien lo anota el doctor Luis Genaro– cuando apenas llevaba 19 días desde mi posesión, vine a la Federación a participar en una reunión del Comité Nacional de Cafeteros y en la celebración del medio siglo de vida de Juan Valdez, y suscribimos un pacto que será nuestra hoja de ruta hacia el futuro. Es el Acuerdo por la Prosperidad Cafetera, que fue ratificado por los 15 Comités Departamentales y que busca recuperar e incrementar la producción cafetera nacional para mejorar el nivel de vida de los cafeteros y de la población rural en general".
Pues bien, los invito a leer ese y el siguiente discurso, el de diciembre de 2011, en el septuagésimo sexto Congreso Nacional Cafetero, para que nos demos cuenta cuánta demagogia y compromisos incumplidos hay del gobierno. Qué tal entonces que el Presidente no llevara el café en su corazón como lo pregona, ¿sería entonces menos de 2 mil pesos por arroba su aporte a la prosperidad? En cambio siguen todas las gabelas para el sector bancario que no para de amasar billonarias ganancias. ¿Eso es equidad? Que Dios asista a los cafeteros y le devuelva la memoria al gobierno.
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