El sexo según Soho es el libro que recopila artículos publicados en la revista que se creó hace 16 años para escandalizar. Como todo texto compilatorio, se debe el lector acercar a la selección con cierta distancia, pues no necesariamente lo recogido aquí es lo que a usted le puede parecer lo mejor.

A mí, por ejemplo, no me termina de convencer eso del periodismo de inmersión, hay varios textos que no me cuadraron antes en la revista, tampoco ahora en el libro. Esa idea de que el periodista va a contar en carne propia lo que siente una estriptisera porque se empelota una noche o lo que vive una prostituta virtual porque un día se desnudó frente a una cámara, creo que no es el sentido del periodismo.

Si a eso le agregamos que quien escribe la historia y vive esa fantasía cree que debe contar sus pareceres y sus inquietudes, más que lo que realmente viven protagonistas a diario genera necesariamente una desviación de la realidad. A eso se le agrega que a los osados inmersores se les pone al lado de articulistas de opinión como las tales Conchita, Lola y Alexa, que en diferentes momentos han escrito de sexo en la revista.

El libro se divide en cuatro capítulos: En carne propia, historias contadas en primera persona; En cuerpo ajeno, que es contar historias como las de antes, pero por experiencia de otros, es decir, haciendo periodismo; Gargante Profunda, sobre la industria del porno y sus pornoestrellas; y Pajazos mentales, estos sí artículos de opinión, realmente buenos como los de Leila Guerriero con su Introducción a la teta o Reivindicación del misionero o con el cierre magistral de Daniel Samper Pizano con ¡Arriba los malos polvos!, con motivo de los 40 años de la organización Unión Nacional de Malos Polvos (Unmalpol).

La mayoría de los artículos los había leído antes, como buen suscriptor de Soho, y varios me parecieron ahora más malos que cuando se publicaron en la revista. Me molestan ciertos lugares comunes como esa manía de creer que para hablar de sexo es necesario citar a Freud o usar palabras extranjeras habiendo propias en español, pero esto le hace creer al que escribe que es menos vulgar. Otros al no tener historia divagan con lo que debió haber sido y no fue. Entonces no nos cuenta la realidad, sino lo que pasa por su imaginación y eso es literatura, señores, no periodismo.

También hay espacio para el aprendizaje, por ejemplo, sobre términos extrañísimos, formas de sexualidad que no se me habrían pasado por la cabeza, datos históricos sobre la evolución humana y sus zonas erógenas o sobre quiénes son y por qué mandan en la industria del porno.

El humor tiene su espacio con Samper Pizano y con Tola y Maruja. Se les advierte, señores, que varios de estos artículos salieron publicados en la revista acompañados de fotografías, que en el libro brillan por su ausencia, solo verá cinco fotos de la misma serie y modelo de la portada. Así que si lo suyo son los desnudos, el libro no es para usted.

Recuerde que las regalías del libro serán donadas a la Asociación Hogar Niños por un Nuevo Planeta, así que si lo tildan de depravado por comprarlo, justifique que fue por una buena causa.

Confieso un experimento. A cada café que iba exponía el libro con los bellos senos de Olivia Aristizábal y casi nadie me preguntaba por él, aunque fijaran sus ojos en la modelo. Así que si usted es tímido, déjelo para leer en la intimidad de su hogar, no sea que lo hagan poner colorado con alguna pregunta sobre el tema.

Al terminar el libro y divertirme con Daniel Samper Pizano y su Unión de Malos Polvos quedé con la idea de llenar el formulario de afiliación y también me queda la certeza de que si en algún momento estuve suscrito a Soho por sus textos periodísticos, cada vez esto me motiva menos y lo hago más por las modelos de escasas ropas. El tonito de los cronistas que se creen más importantes que los hechos no es lo mío, en cambio ver mujeres bonitas siempre será un placer.