Fernando-Alonso Ramírez


Tres protagonistas individuales y uno colectivo analiza la politóloga María Fernanda González Binetti en El poder de la palabra, un estudio sobre losdiscursos de Hugo Chávez Frías, Álvaro Uribe Vélez, Juan Manuel Santos y las Farc. Intenta demostrar la autora si lo que pregonan estos personajes en sus discursos públicos coincide con su quehacer.
Como se trata de personas que se entrecruzan en su vida pública también hace el ejercicio de cómo influye en cada uno lo dicho por el otro, o el momento histórico que vive y su posición. Así, por ejemplo, encuentra que Chávez en sus primeros años no incluía tanto la palabra socialismo como la usó en la mitad de su mandato y en adelante.
Este fallecido presidente era un improvisador natural y de acuerdo con cada etapa que iba viviendo su Gobierno fortalecía más unas razones que otras, hacía fácilmente clic con los ciudadanos y por eso no tuvo problema en imponer sus ideas, aunque al principio le costó encontrar el mejor medio, que terminó siendo el programa Aló presidente.
Este mismo rasgo lo destaca la autora en el discurso de Álvaro Uribe Vélez, que hablando más de la seguridad y menos de lo social, logra también llegar al corazón de la mayoría de los ciudadanos, lo que le facilita imponer algunas ideas hasta llegar a vender el miedo en muchos sectores, aún hoy presente.
A pesar de lo lejanos en el discurso son bastante cercanos en las maneras estos dos líderes latinoamericanos: "Dos jefes de Estado que harán todo para reforzar la idea de que son indispensables para la refundación de la Patria". De hecho, concluye que a pesar de su fuerte discurso la preocupación por lo social se refleja bastante en las acciones de Uribe, mientras que lo social de Chávez no logró las transformaciones definitivas que él esperaba.
Santos, en cambio, resulta ser un estratega político. Aunque descubre la autora que en el discurso de este personaje siempre ha estado presente la paz, es claro que como ministro de Defensa de Uribe y luego como su candidato a la Presidencia dista mucho su retórica guerrerista de lo dicho después como gestor del diálogo con las Farc.
Interesante resulta ver esa evolución histórica, pues como ministro de la guerra tuvo serios altercados con personajes que hoy son sus alfiles, como Juan Fernando Cristo y Germán Vargas Lleras, mientras que a quien escudaba antes, Álvaro Uribe, es su más enconado rival. Se aprovecha la campaña del 2014 para darle una mirada rápida a los discursos de Marta Lucía Ramírez, Enrique Peñalosa y Óscar Iván Zuluaga.
Finalmente, es interesante ver las Farc desde los discursos de sus voceros y comandantes, cómo cambian estos si hablan en La Habana o enColombia, depende de quién lo dice y cómo han cambiado posturas, desde su primera aparición al negar cualquier responsabilidad en las víctimas del conflicto colombiano hasta abrir la puerta para acogerlas.
De alguna manera lo que nos trae este ensayo, por ratos denso, es darnos explicaciones a quienes queremos conocer más de lo que sucede en el país, entender las complejidades y las incoherencias de los políticos. Resulta aleccionador. Para decirlo en un lenguaje mucho menos sofisticado que la academia, da razones para entender por qué en política "del dicho al hecho hay mucho trecho".
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