Fernando-Alonso Ramírez

Qué difícil tarea la de editar la obra póstuma de alguien, y peor aún de un autor reconocido. Eso es lo que sucede con Aquiles o El guerrillero y el asesino, el libro que anunció desde hace rato Carlos Fuentes, pero que quedó en apuntes al morir hace cuatro años. No obstante, quien tuvo la titánica labor de reconstruirlo y publicarlo en formato de novela, Julio Ortega, logró terminar algo coherente.
Las dificultades de darles orden a unos apuntes de una novela de otro debe ser peor cuando el editado es un escritor que si bien tiene una identidad en su narrativa que lo diferencia de otros, no se puede decir de su novelística que tenga unidad en la temática. Hay mucho trecho de Aura a Todas las familias felices o de Gringo viejo a Cambio de piel. No es asunto de solo acomodar tonos y coherencias, sino que debe entender el propósito que tenía Fuentes con la obra en cuestión. Él, estudioso de la literatura universal y conocedor como pocos de la hispanoamericana, se había trazado un plan para sus libros. Como Vicente Fernández con sus rancheras. ¿Será cosa de mexicanos?
Aquiles es la historia de Carlos Pizarro Leongómez, el comandante del M-19 que se la jugó por la paz, aunque esta le costó la vida que no le cobró la guerra, y cuya imagen mítica trascendió con el nombre de comandante papito, por lo buen mozo que les resultaba a las chicas.
Para Fuentes, Pizarro fue ese Aquiles que se dirigió a la guerra y que después de hacerla, termina encontrando en el camino la necesidad de hacer la paz, como se lo repetían sus padres, sobre todo el padre, marino y católico. Su vida se cruza con la de quien al final le quitó la vida en un vuelo de Avianca que apenas despegaba. El sicario que se hace en el mundo bajo, ese en el que se gana respeto con el asesinato de otros, con la ausencia de duda, con la traición del más fuerte y con el desdén por el futuro.
Estos apuntes nos muestran la imagen de un Aquiles bastante desprovista de matices. Es el hombre que toma decisiones y asume responsabilidades, no se le juzga en la novela, que no es para eso. La influencia de la familia, pero también su adolescencia enferma y su malestar con lo social. Y, por el otro lado, un criminal que tiene corazón, sobre todo cuando se trata de su madre, pero que poco a poco encuentra la manera de ganarse la confianza para atreverse a hacer lo que otros ni en sueño cometerían.
Al final, tal vez no esté muy bien cosida la obra y por eso se escapan los hilos de la costura, pero era lo menos que podía pasar en una novela, que realmente son unos apuntes, muy bien obtenidos con fuentes que se van desnundando en las páginas y permiten entender de dónde sale esa mirada complaciente de Aquiles o El guerrillero y el asesino.
Aquiles es la historia de Carlos Pizarro Leongómez, el comandante del M-19 que se la jugó por la paz, aunque esta le costó la vida que no le cobró la guerra.
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