En Méjico, cada vez que alguien llenaba el tanque de su vehículo, el gobierno le ayudaba con una porción de la cuenta en la estación de servicio. Pero por falta de recursos, a partir del 2008 decidió disminuir paulatinamente la ayuda y entonces comenzaron las alzas en el precio. Los manitos acuñaron el término ‘gasolinazo´ cada vez que la gasolina subía.
Pero, ¿acaso en Colombia no hemos vivido algo similar? Claro que sí. Acá también hemos tenido gasolina subsidiada, pero el gobierno nacional comenzó las alzas de precio, es decir los ‘gasolinazos’ a la colombiana, desde el año 1999, mucho antes de que Méjico lo hiciera. Todo, según el gobierno de turno, para nivelar el precio interno de la gasolina con el precio de referencia internacional, atado al del petróleo. O sea, a petróleo caro, gasolina cara; y a petróleo barato…
Entonces nos preguntamos: ¿Por qué si el precio del petróleo baja, el galón de gasolina en Colombia no lo hace en la misma proporción? Que yo recuerde, la última rebaja de la gasolina fue de $300, el 22 de febrero pasado, ad portas de un amago de paro camionero; una disminución del 3,6% del precio, frente a una rebaja del petróleo del 50%. ¿Por qué no aplica entonces el argumento de que a petróleo barato, gasolina barata?
Hay que saber que el precio de la gasolina en Colombia es fijado mensualmente por el gobierno nacional, a través del Ministerio de Minas y Energía, mediante la aplicación de una fórmula inventada por los técnicos de dicho ministerio. De ella, una porción va para el productor, que representa el 55%; otra para impuestos (nacional y local) del 26%; y el restante 19% para transportadores del combustible y agentes comercializadores. Lo que quiere decir que el petróleo, que es la materia prima para refinar y producir gasolina, no es el único componente que se debe tener en cuenta para fijar el precio de la gasolina; hay que sumar los otros conceptos anotados.
La fórmula toma como base el precio promedio del petróleo de los últimos 60 días; y para entender por qué la gasolina no baja en la misma proporción, hay que mirar la ‘letra menuda’ de la fórmula, pues la misma está diseñada para proteger al productor (Ecopetrol es el único refinador del país) y solo permite que su ingreso se reduzca hasta un 3% mensual; es decir que por más que baje el petróleo, el impacto en el ingreso del productor no va más allá de ese 3% y por ende el precio de la gasolina no se reduce como quisiéramos.
Adicionalmente, la gasolina en Colombia lleva una mezcla de etanol; y resulta que desde que el petróleo empezó a bajar, el precio del etanol empezó a subir, lo cual ha contrarrestado también el efecto de la baja del crudo.
Y hay otra razón, mucho más sencilla y poderosa, que explica el fenómeno; se trata del alza del dólar, y por el hecho de que el petróleo se negocia en esa divisa, a la hora de convertirlas a pesos el efecto es menor.
Por donde lo miremos, llevamos las de perder. Con dólar caro, etanol caro y una fórmula que incluye impuestos, el Estado colombiano no puede darse el lujo de ver disminuir su recaudo tributario, ni mucho menos perjudicar a Ecopetrol.
Por lo pronto, solo nos queda prepararnos para los ‘gasolinazos’ que se nos vienen cuando el precio del petróleo empiece a recuperarse y el del dólar a bajar. Ahí sí la fórmula aplicaría a la inversa, pues el ciudadano es quien finalmente paga los platos rotos.
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