Parece que la expresión “políticamente incorrecto” se ha puesto de moda, no necesariamente como antítesis de aquellos hechos o actos que son real, honesta y “políticamente correctos”, vale decir filosóficamente antidualistas, sino más bien como un concepto que precalifica situaciones y realidades válidas, vivenciales y verdaderas, pero que si son mencionadas no resultan del gusto de las mayorías y, por lo tanto, cuando a ciertos personajillos se les hace inevitable tratarlas o traerlas a colación lo hacen en forma indirecta o en último caso disfrazándolas a través de albures cantinflescos, de modo que todo parezca “políticamente correcto”. 
Los temas “políticamente incorrectos” solo los tratan, con verdad, algunas gentes; lo hacen valientemente aquellos cuyos principios éticos y morales los llevan a llamar siempre las cosas por su nombre y a andar con la veracidad por delante, sin temor a enfrentar los posibles descalabros, molestias, represalias, contratiempos, perjuicios o aún venganzas que decir la verdad sin tapujos, pueda llegar a representarles. Quienes callan lo “políticamente incorrecto”, que casi siempre es vitalmente verdadero, no son libres. Recordemos que un cobarde no puede ser libre, pues no es capaz de sobreponerse a la presión de otros. Por eso, detrás de cada acoquinado en el poder hay una camarilla detrás que lo detenta y que manipula al pusilánime como una marioneta. 
¿Y que para dónde voy, mi querido Juan José, con este “introito”? Pues rumbo al hecho que el tema taurino, que se ha tornado en un asunto tan espinoso últimamente, se ha convertido en un punto que mucha gente en general y los políticos en particular, consideran “políticamente incorrecto” y que por ende debe ser evitado. Sin embargo, lo más curioso de todo este asunto es ver, con mucha frecuencia, dirigentes que públicamente se han declarado como enemigos, o por lo menos no amigos de la Fiesta mientras detentan cargos públicos, ir a los toros una vez han cesado en sus funciones. Y no dudo que al asistir a la corrida disfruten de una actividad sobre la cual les resultaba incómodo (políticamente incorrecto) manifestar francamente sus reales sentimientos. Un ejemplo de lo anterior fue un caso que, tengo entendido, se dio durante la última Feria Taurina de la ciudad de Manizales, con un exfuncionario de alto rango. 
Para terminar me voy a aventurar a lanzar una teoría que no sé qué tan peregrina te parezca, usando como ejemplo una realidad anglosajona actual, ya que entre otras, de ellos viene el concepto y la aplicación del término “políticamente incorrecto”. Últimamente hemos venido viendo, algunos con estupor, como el señor Donald Trump, precandidato a la presidencia de los Estados Unidos de Norte América ha logrado desvirtuar, por lo menos hasta el momento, aquello de que decir lo “políticamente incorrecto” no rinde frutos electorales. Y como en este país del Sagrado Corazón somos unos copistas de primera fuerza, nada de raro tendría que siguiendo este ejemplo nuestros “zoon politikón” empezaran a darle “la vuelta a la tortilla” con el tema taurino, viendo, claro está, su conveniencia electoral y no la vergonzosa demostración de intolerancia que acompaña el prohibicionismo y la estupidez que conlleva el querer parecerse a aquellas sociedades que nos desprecian. Si no pregúnteselo a Trump. 
Recibe un abrazo de tu amigo. El Fraile. 
Añadido. Ojalá nuestros actuales gobernantes, que tantas cosas están haciendo contra la voluntad de amplios sectores de la sociedad, no vuelvan “carcañales de mirla” los recursos que están incorporando a sus arcas. A muchos preocupa a dónde irá a parar el dinero que Fedegán les administraba, sin tacha, a los ganaderos. ¡Que Dios nos coja confesados!