Aprovechando el puente del Día de la Raza, que como bien sabes conmemora el avistamiento de tierra americana por parte de la tripulación de “La Pinta”, que junto con “La Niña” y “La Santamaría” comandó Cristóbal Colón en su periplo marino buscando un camino más corto entre Europa y Asia, resolví, como es mi costumbre, viajar a la Ciudad de las Puertas Abiertas para asistir a la Feria del Novillero Ciudad de Manizales, hoy más conocida como Toros y Ciudad. 
Una vez terminada la Feria recibí la invitación de algunos amigos para asistir, varios días después de finiquitado el muy exitoso serial taurino, a un debate que se llevaría a cabo en la Universidad de Caldas, promovido por la Facultad de Artes y Humanidades y por la de Ciencias Jurídicas y Sociales, en el cual el tema a discutir sería: ¿Es inmoral el toreo? Para serte sincero me pareció por demás interesante conocer de primera mano el punto de vista tanto de la U como el del alumnado sobre este espinoso tema y prolongué mi estadía para poder asistir al evento.  
En el mencionado debate intervinieron, del lado de los taurinos, el insigne aficionado, destacado profesor universitario y respetado jurista Gustavo Restrepo Pérez, quien entre otras, como decía mi padre cuando algo resultaba exitoso: “acabó hasta con el nido de la perra” y el doctor Orlando Londoño Betancourt, decano de la Facultad de Artes y Humanidades, quien adoptó el rol de antitaurino. Y a fe que el papel del doctor Londoño, en mi opinión, fue adoptivo, pues se le hacía menester actuar en la mencionada condición para poder lograr el objetivo de fondo del debate, cuya trascendencia es, en mi opinión, para “quitarse el sombrero”. Sí señor: lo que buscaban y espero hayan logrado los docentes que se “cranearon” la controversia no era otra cosa que, a través de un tema tan polarizante como puede ser el de la tauromaquia, lograr enseñar a los jóvenes estudiantes y a los asistentes mayores, que a la verdad solo se llega a través del intercambio de ideas, de la racionalidad, de la tolerancia, del respeto y que la vía idónea para la consecución de los objetivos, en cualquier empeño que se pretenda, no es otro que el sincero y honesto desarme de los espíritus; que todo fanatismo es malo y peligroso para el engrandecimiento del alma. ¡Si tenemos diferencias, debatamos! 
Qué enseñaza tan portentosa nos dieron, qué programa tan importante para influir en la consolidación de la personalidad de los jóvenes, qué metodología tan inteligente la de usar temas tan controversiales como la actividad taurina para buscar el logro de objetivos más nobles y enriquecedores; como demostraron, con lujo, lo inútil que resulta un torpe enfrentamiento entre “pandillas” fanáticas. 
Pero como no hay felicidad completa, infortunadamente existen algunos personajes que por sus actuaciones riñen con el civismo desbordante y contagioso que se vive en Manizales y por ello no parecen hijos de esa tierra. Previo a todas estas maravillas que nos ofreció la ciudad en un lapso de ocho días, leí en LA PATRIA como un candidato al Concejo de la capital de Caldas, que se hace llamar “animalista”, invitaba a destruir las boletas que regalaba Cormanizales para que la gente aficionada, en general niños y mayores de limitados recursos económicos, asistiesen a la Plaza de Toros, la cual él llamó “Plaza de torturas”, dando con ello el calificativo de torturadores, entre muchos otros, a las más de treinta mil gentes que asistieron al Coso de Olivares durante la “Feria Menor”. Así como el debate me llenó de alegría, de entusiasmo, de esperanza y de respeto por la Universidad de Caldas, el asunto del “animalista” me acongojó y creo que un acto tan pueril como palurdo, aparte de citarlo como punto de reflexión, no merece mayores comentarios. 
Recibe un abrazo de tu amigo. El Fraile. 
Añadido: Juan José: sufragar es un deber ciudadano. Vota en conciencia, no por imposición ni por las dádivas que puedas llegar a recibir. Hazte un bien y hazlo a tu región; vota por ideas, no por consignas.