Sonia Rocío de La Portilla


Sonia Rocío De la Portilla Maya * smaya@umanizales.edu.co
La pérdida de uno de los padres, en los primeros cinco años de edad, tiene efectos complejos que hacen difícil diferenciar el dolor propio del duelo, del sufrimiento compatible con un trauma emocional.
Esto constituye un desafío, por el riesgo potencial de desencadenar enfermedades psicoemocionales, tales como depresiones, trastornos de ansiedad, trastornos por estrés postraumático, síntomas psicosomáticos y deterioro de la salud física en general.
El niño necesita de mayor apoyo de un adulto significativo y al perderlo, está más expuesto a sufrir duelos patológicos. El proceso de adaptación y reorganización de la vida tras la pérdida, se facilita cuando las condiciones ambientales son favorables y, además, cuando ha habido recuerdos e intercambios positivos con el ser perdido.
La calidad de esta presencia interna, puede cumplir una función de consuelo, ayuda y protección, como también podría ser contradictoria, conflictiva o amenazante. En este último caso, generalmente, tendrá lugar un proceso de duelo anormal, representando un factor de riesgo para su desarrollo.
Bowlby describe dos tipos de duelo patológico: El tipo crónico y la ausencia de duelo. Ambas variantes tendrían aspectos en común, e incluso, el mismo niño podría oscilar entre uno y otro. Una tercera posibilidad y menos frecuente sería el desencadenamiento de un episodio maníaco o psicótico disociativo.
Cuando el duelo es negado, se observa una desconexión de la emoción, los pensamientos y las reacciones físicas. Daría entonces, la impresión de independencia y auto control, actuando aún como si nada hubiera pasado. Sin embargo, el dolor aparece por otras vías encubiertas de expresión.
Como ejemplo tememos a Charles Darwin, quien perdió a su madre a la edad de ocho años, recibiendo poco apoyo en su momento. Se dice que la actitud de su padre y de sus hermanas demostraba que el tema no debía ser tocado.
Por su parte, Darwin en su autobiografía expresó que prácticamente él no tenía recuerdos de su madre. El neuopsiquiatra Bowlby correlacionó la ausencia de duelo de Darwin, con los frecuentes malestares físicos y emocionales que le aquejaron durante toda la vida.
Hoy en día observaríamos otro tipo de manifestaciones, tales como, rebeldía, consumo de sustancias psicoactivas, adicción a video juegos, dificultades de interacción personal, etc.
Continuaremos ampliando estos aspectos.
* Psiquiátra psicoterapeuta infantil y de familia – Docente de la Universidad de Manizales.
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