Sonia Rocío de La Portilla


Sonia Rocío De la Portilla Maya * smaya@umanizales.edu.co
Las relaciones de pareja cada vez están siendo objeto de serios conflictos personales motivando crisis existenciales, incluso, intentos de suicidio tras las rupturas sentimentales en la población joven. Nadie muere de amor, sin embargo, puede morir por celos, ira, envidia o por un ego herido. ¿Pueden ser algunas relaciones afectivas tóxicas para la salud mental y la integridad física?.
La elección de pareja no es algo fortuito. Parece ser que, inconcientemente, las parejas se atraen por las debilidades, más que por las fortalezas. Así, el tipo dependiente emocional, dirige sus intereses hacia un individuo a quien necesita ver como superior o “salvador”, aferrándose obsesivamente. Se conforma así, una típica relación de pareja asimétrica, en donde el dependiente ha idealizado al otro, quien, por lo general es narcisita y egocéntrico.
En contraparte, el sujeto narcisista, inconcientemente inseguro, busca ser necesitado y dominar. Todo rey necesita esclavos y no hay esclavos sin amo. De esta forma, se encuentran como dos fichas complementarias que seguramente funcionarán adecuadamente hasta que alguno de los dos crece, madura o las reglas del entorno cambian. La ansiedad que ocasiona la separación en las relaciones dependientes rompe la estructura psíquica del “Yo”, lo cual se experimenta como crisis devastadora o pulsión de muerte, expresada como agresión al otro o hacia sí mismo.
Sanar es posible. Requiere de una autoconciencia y reconocimiento de las propias carencias emocionales y de las heridas no resueltas. Luego, decidir atravesar el desierto del dolor, derribando el falso ego construido con ataduras de dependencia, dominio o manipulación hacia la pareja que ha sido instrumentalizada como muleta para las propias deficiencias, asumiendo la responsabilidad de cambiar los patrones disfuncionales, saliendo del terreno de la comodidad.
Se trata de una especie de “terapia de desintoxicación” para amar con libertad y respeto. Si en algún momento la reparación se da como fruto de una vinculación sana, ésta es bienvenida, teniendo claro que en el transcurso de la relación, pueden reaparecer conflictos y diferencias que deben reconocerse y manejarse, sin victimizar o victimizarse.
Será posible amar sanamente a los demás, si se logra perdonar para curar las heridas del pasado, tolerando las frustraciones, venciendo el egoísmo y asumiendo el compromiso solidario para el crecimiento y la trascendencia mutua.
* Psiquiátra psicoterapeuta infantil y de familia – Docente de la Universidad de Manizales.
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