Esteban Jaramillo

LA PATRIA | Bogotá

No tiene variedad de alternativas el Once Caldas, ante Corinthians, distintas a jugar sin concesiones físicas o anímicas, peleando cada metro del campo, llenando el medio para hacer igualdad numérica presionante, con contragolpes sorpresivos, tratando de acertar en la pegada final.

La pelota detenida será, además, fundamental. El poderoso club brasileño tiene cinco jugadores de alta estatura, fuertes y cabeceadores, como el goleador peruano Paolo Guerrero.

Corinthians cambió el módulo de juego respecto al año anterior. Antes esperaba para lanzar punzantes "contras" en velocidad, con técnica. El nuevo estilo es de fútbol asociado, con presencia física y calidad en el manejo del balón, aprovechando al máximo los espacios en área ofensiva.

El Once está obligado a superar las vergüenzas que en la marcación se le apreciaron en el partido de estreno ante el Medellín, para no llevarse del estadio un sinsabor grande.

De paso, debe plantear un partido inteligente, concentrado y aplicado, sin dejarse intimidar por el miedo escénico, en un estadio en el que el público ejerce tanta presión, hasta hacerse influyente.

En Brasil, con el Once Caldas campeón, el profesor Luis Fernando Montoya allanó el camino al título con grandes y sorpresivos resultados, esperando y fulminando con rapidez en la ejecución de las maniobras de ataque, esporádicas pero efectivas, en memorables jornadas del portero Henao.

Juan Carlos Osorio, por su parte, ganó allí proponiendo fútbol abierto y ambicioso.

Demuestra lo anterior que todas las fórmulas son válidas para encarar a los brasileros, siempre y cuando no haya debilidades anímicas, ni complejos de inferioridad.

Intensidad, presión y aplicación al juego, hacen un partido diferente. Los fallos individuales o colectivos, los brasileños los aprovechan con destreza. Son rápidos, ejecutan triangulaciones precisas y encuentran fácilmente los huecos defensivos. Por ello el cuidado de la pelota es fundamental. Sin ella el rival se vuelve loco.

No había un oponente peor para el Once en la pre libertadores. Pero demostrado está que un partido no se pierde sin jugarlo, a pesar de los pronósticos poco halagadores.