Esteban Jaramillo


Esteban Jaramillo
LA PATRIA | Bogotá
Quiso el Once Caldas rejuvenecer sus sensaciones con un entrenador desconocido, bien recomendado, el argentino Javier Torrente. Con jugadores anónimos realizó una campaña prometedora en el intermedio del torneo para perder fuelle al término de su curso futbolero.
De la ilusión se pasó al descalabro, cuando se desvirtuaron las responsabilidades colectivas. Del equipo con presión insistente y disciplinada, repliegues ordenados y veloces, desbordes por las bandas y latigazos esporádicos, pero efectivos en el ataque, se pasó a un desangelado onceno, en batalla inconsistente ante la incapacidad de su propuesta, dejando en evidencia errores garrafales como los del último partido frente al Tolima.
Tuvo fecha de caducidad el proyecto cuando el conformismo por la tarea realizada hasta la clasificación, resquebrajó las ambiciones. Justo es afirmar que hizo mucho con un arsenal de alternativas reducido.
A pesar del mal desempeño en los tres últimos partidos, la derrota en Ibagué fue un batacazo de difícil aceptación, con serio compromiso para el entrenador por sus relevos, su planteamiento y la equivocada visión del partido y del rival.
El efecto de lo ocurrido no es mero trámite. Pasó factura entre los seguidores, quienes, defraudados al máximo, se sintieron afectados anímicamente por el inesperado desenlace. Desencadenó, además, el hastío de los accionistas, quienes de inmediato anunciaron la puesta en venta del equipo y la condición de transferible para la nómina.
Mala cosa... muy mala cosa. De los momentos dulces al comienzo de este proceso, se pasa a la amargura de la inestabilidad financiera y administrativa y a las dudas sobre el futuro inmediato, karma que afecta desde la Copa Libertadores, con sus etapas sublimes del título.
El proceso continúa ahora con la búsqueda de compradores, externos o internos, que mantengan activo el equipo, con criterio futbolero y espíritu de negocios.
Con o sin los propietarios actuales, el Once no puede desaparecer de nuestro medio. Sin vislumbrar tragedia alguna por el momento, importante es que se toque la sensibilidad de los líderes de la región o se inicien procesos convenientes para la trasferencia de la ficha, con cuidado especial para evitar que una negociación de este tipo, traiga consigo un cambio de domicilio para el club.
Así es el fútbol con sus impredecibles efectos por triunfos y derrotas.
Nota al margen: Se desconoció en los obituarios a la fallecida Luz Marina Zuluaga, el reconocimiento a su condición de aficionada decidida al Once Caldas. En sus charlas afloraba el amor por el club, en defensas de sus colores. Una hincha sin bombos ni cornetas, pero apasionada.
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Desencadenó, además, el hastío de los accionistas, quienes de inmediato anunciaron la puesta en venta del equipo y la condición de transferible para la nómina.
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