Esteban Jaramillo

LA PATRIA | Bogotá

James es el jefe. Parece dispuesto a reorientar su fútbol, con una visión distinta de sus responsabilidades. Su llegada, como siempre, a la Selección Colombia, lo encuentra anhelante, dispuesto al ciento por ciento, para ser líder y capitán de esta comitiva que reinicia la tarea para ir al Mundial.

Es el eje de la convocatoria y del juego. Su experiencia ya es hilo conductor entre él, sus veteranos compañeros y los chicos jóvenes que piden pista, porque su sola presencia inspira confianza.

Respecto a la lista del profesor Pékerman, imposible resulta lograr con ella, la aprobación del pueblo futbolero. Nunca, al respecto, habrá unanimidad. La tentación de opinar nos conduce a cuestionar y a sugerir nombres, como ha ocurrido históricamente.

La confección de la nómina parece acorde para enfrenta a Venezuela y Brasil. Pero, si el objetivo es mirar presente y no antecedentes, no justifican su llegada dos o tres de los citados, siempre bajo sospechas. Logra una especial valoración el caso de los porteros, con destacado trabajo en el torneo local los alternativos Zapata y González. Cristian Bonilla debe esperar. Al fin y al cabo, el futuro es de él.

Hay gol en el ataque y asistencias en los medulares. Pero las deficiencias en el trabajo de recuperación, vistas en la anterior Copa América, deben ser subsanadas con el encuentro de una asociación de juego defensivo, que permite darle solidez a las líneas. Tocada la defensa se marchitan las intenciones de triunfo por sus fallos que son reiterativos.

La Selección hace feliz al pueblo cada vez que se reúne porque con ella llegan nuevas ilusiones.

Hay un apetito de triunfo tan grande, que el fútbol expuesto hasta ahora, en este clasificatorio, no ha logrado saciar.