Esteban Jaramillo


Esteban Jaramillo
LA PATRIA | Bogotá
Siembra optimismo el Once Caldas sin actos milagrosos y sin desarrollar faenas fecundas que lo hagan, desde ahora, favorito. Ese rol, el de candidato firme, tiene otros protagonistas, obligados por su inversión a cosechar títulos. Es la simpleza del juego la que aplica, en la definición de un modelo impulsado por un entrenador que, sin ruido, hace productiva su nómina.
Al frente de una prometedora camada de chicos está “Don Juan” Henao, activo a los 44, como guía con su ejemplo, haciendo caso omiso a la acumulación de partidos con su desgaste físico. Lejanas estas las épocas que le hicieron mito, cuando arrebatador con su rendimiento ganaba títulos, así la memoria, a veces injusta, pretenda con vehemencia ignorar lo que en sus años de esplendor hizo.
A su lado Menosse y Lucena, dupla defensiva en sobresaliente estado de forma, con arraigo entre las gentes por la seriedad y la sobriedad de su trabajo, con regularidad notable e influencia
innegable entre los jóvenes que quieren abrirse camino hacia la gloria.
Brilla la cantera con sus etapas formativas, lo que eleva la proporción de minutos en los que los juveniles actúan, incidiendo directamente en el rendimiento del equipo.
No es irrelevante la estupenda acogida que las tribunas dan a Salazar, Estupiñán, Viveros, Isaza, Marimón y a Sergio Román, en dulce espera este último ante la longevidad justificada de Henao en la portería. Tomaron conciencia que los retos se enfrentan sin sosiegos y alejaron delirios de persecución con que muchos padres los perjudican.
Viveros es un acierto de Paniagua en la gerencia deportiva. Lo buscó, lo encontró y el cuerpo técnico confío en él para convertirse en un proyecto alentador, con características en su juego que amplían su panorama hacia el futuro.
En contraste tantos talentos locales se quedaron en el camino por sus noches de parranda, el entorno nocivo, o la negación de oportunidades por parte de los entrenadores de turno.
Está el caso de Tomás Robledo, el más promisorio de los jóvenes con clase, atascado en caprichos familiares y en su resistencia a afrontar con mayor profesionalismo las tareas asignadas para corroborar su crecimiento.
Es responsabilidad del Once Caldas custodiar este sueño de una hornada joven, que se consolida con el apoyo del entrenador jefe. Ahí está el futuro. Esa mezcla de veteranos con su largo recorrido y los valores emergentes, es motor de impulso en el club que hoy no busca extintores para apagar incendios, sino que mira el futuro con otras expectativas.
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