Esteban Jaramillo


Esteban Jaramillo Osorio
LA PATRIA | Bogotá
Vértigo, elaboración, imposición de condiciones en todos los sectores del campo, como preámbulo de lo que se esperaba fuera un triunfo rotundo, con diferencias inalcanzables. Parecía aquel equipo de Juan Carlos Osorio que arrolló al mismo rival, al Tolima, para ganar el título en 2010.
Pero, después de 20 minutos, el ímpetu se fue diluyendo hasta quedar, manso y expuesto, ante las arremetidas del visitante, que por poco malogra la jornada de triunfo. Triunfo por demás estrecho, considerando las alternativas del juego, algunas decisiones arbitrales y la falta de recursos para redondear la tarde.
El blanco ganó porque fue mandón desde el arranque, para sortear con dificultad los restantes tramos del partido, a pesar de sus alarmantes carencias físicas, la falta de criterio para manejar la pelota y la incapacidad atacante.
Se volvió, el trámite, repetitivo. Por donde iniciaba las jugadas, las terminaba sin sorpresa y sin condicionamientos técnicos. La inspiración se esfumó y se alargó el equipo, otorgando generosos espacios en el medio, donde, con placer, Tolima impuso su fútbol.
La defensa retrasada, en tensa espera, cerca al arco de Cuadrado, con pifias repetidas, y ausente un delantero apabullante, de aquellos que acostumbran fijar con sus movimientos los defensas enemigas, arrimándolos a su portería.
No fue una buena tarde, como tampoco lo fue aquella contra Autónoma, en el cierre regular del torneo.
Pareciera estar pasando factura el dislate de la licencia de ocho días, con que se premio al equipo, en la para por las fechas FIFA. Cultura europea es aquella en la que a los jugadores sin competencia les dan libertades para descansar con sus familias, respetuosos de su compromiso deportivo, diferente a la nuestra, en la que las breves vacaciones entre partidos, son aprovechadas para el desorden disciplinario.
El Once se ve al límite de sus fuerzas. Su fútbol arrollador, con el cual encaró la ultima parte de la serie preliminar, ha desaparecido por el bajo rendimiento tanto individual como colectivo.
No obstante, con el dominio de la serie, así la renta sea corta, las posibilidades de saltar a semifinales se mantienen intactas, con la idea única lavar la cara y aprovechar las bondades de la cancha nueva, en Ibagué, ideal para el reencuentro de su juego.
Destacado
El Once se ve al límite de sus fuerzas. Su fútbol arrollador, con el cual encaró la ultima parte de la serie preliminar, ha desaparecido por el bajo rendimiento tanto individual como colectivo.
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