Dentro del llamado “plan de reorganización y modernización de Assbasalud” fue clausurado el pasado 13 de mayo el servicio de urgencias del Centro Piloto de San José. A pesar de atender casi la mitad de las urgencias de esta entidad y estar ubicado en un neurálgico y sensible sector de la ciudad, las solicitudes y quejas de la comunidad no fueron suficientes para evitar su cierre. Las consecuencias no se han hecho esperar.

El Centro Piloto atendió por más de una década más de 10.000 urgencias anuales por lo que la labor de esta y las otras dos clínicas de Assbasalud le han valido el reconocimiento de la Secretaría de Salud como actor principal de la red local de urgencias e IPS de primera respuesta ante emergencias de la ciudad. Es por ello que la Personería Municipal señaló con preocupación que este cierre “influye de manera muy negativa, y la percepción de sus habitantes es que esta decisión es otro golpe más que se suma a las secuelas del macroproyecto.” (Boletín de Prensa, 18 de mayo de 2016).

Ante esta clausura, los habitantes de la zona y varias IPS se han visto impactados negativamente. Luego del cierre, en el Instituto del Corazón de Manizales, la consulta de urgencias se incrementó 210%, generando “un alto grado de congestión del servicio de urgencias, con alto riesgo de presentar fallas en la atención y con estos disminución de la calidad y la seguridad de los pacientes y los colaboradores de la institución” (Informe de ocupación del Instituto del Corazón de Manizales, 25 de mayo de 2016). Panorama similar se viene presentando en la Clínica Santa Sofía en la que se incrementó en un 178% el número de urgencias y en un 75% la ocupación de pacientes en observación u hospitalización.

La “modernización” de Assbasalud no se ha limitado a esta acción. Ya se encuentran cerrados los centros de salud de Aranjuez y Minitas, y en cuestión de días dejarán de existir los centros de atención de Cervantes, La Palma, El Carmen y 9 más en el sector rural. Esto implica que 18.816 pacientes del área urbana y 2.635 del sector rural (el 28,3% del total de pacientes de la institución) tendrán que asistir a otros centros que no tendrán incrementos sustanciales en el personal médico y asistencial, y que en muchos casos están ubicados a distancias considerables sin que existan rutas de transporte público para movilizarse directamente.

El argumento para generar todos estos traumatismos ha sido el déficit presupuestal que aparentemente solo puede resolverse realizando recortes en los servicios y cierres de centros de atención. Es cierto que la reducción de pacientes de los últimos años ha perjudicado las finanzas de la institución, sin embargo, un aspecto central ha sido silenciado sistemáticamente. Las EPS le deben a Assbasalud 2.862 millones de pesos y las deudas de difícil cobro ascienden a 6.261 millones de pesos. Un porcentaje del pago de esta deuda junto a una inyección presupuestal del municipio y la captación de nuevos afiliados, podrían conjurar el déficit de 4.400 millones de pesos que ha proyectado la Junta Directiva para 2016. Esto no sería extraño para la entidad ya que entre 2009 y 2013 se recuperaron 10.503 millones de pesos de cartera de las EPS. Otra alternativa es renegociar los contratos con los intermediarios ya que de acuerdo a la Contraloría Municipal, Assbasalud ha negociado mal la cantidad de dinero que debe recibir por cada paciente, razón por la cual “termina pagando e incurriendo en costos significativamente altos en comparación a lo que recibe.” (Informe final de auditoría. Assbasalud ESE, Vigencia 2014. Marzo de 2016).

La estrategia de cierres y recortes no es la única alternativa para darle viabilidad a la principal Empresa Social del Estado en Manizales. Las autoridades municipales deben asegurar que la red pública de salud siga cumpliendo los fines sociales para los que fue creada y atienda efectivamente las necesidades de la comunidad.