El pasado 30 de septiembre la Alianza por la Educación convocó a todos los candidatos a la Alcaldía y al Concejo de Manizales a reafirmar su compromiso con la educación. En el evento, los miembros de la Alianza rememoraron el voto ciudadano que depositaron más de 90.000 manizaleños hace 4 años en las elecciones locales, y quedó claro que dicha votación no tuvo ningún efecto real en la modificación de las políticas educativas del municipio.
Hoy, la situación de la educación en Manizales no es buena. En primera infancia, básica y media, se siente el efecto de los recortes a las transferencias de 2001 y 2007 que le han arrebatado a este sector más de 35 billones de pesos. La cobertura en preescolar pasó del 76% en 2011 al 52% en 2014, hacen falta 349 salones de clase para implementar la jornada única, no existe personal administrativo suficiente en las instituciones (secretarios, tesoreros, celadores, aseadores, enfermeros, psicólogos, etc.) y apenas el 13% de los colegios públicos tiene un buen desempeño en las Pruebas Saber 11 frente a un 59% en las instituciones privadas.
En educación superior, el modelo impuesto por la Ley 30 de 1992 deja un panorama desolador. La Universidad de Caldas -que ha cuadruplicado su número de estudiantes en los últimos 20 años- tiene un déficit de $15.000 millones de pesos en 2015 y el gobierno le adeuda por lo menos 50.000 millones de pesos, los estudiantes y sus familias deben más de $1.000 millones de pesos en créditos educativos y la oferta de instituciones privadas es 8 veces superior a la de universidades públicas.
Asimismo, existe en todos los niveles de la educación una suerte de segregación laboral que niega derechos y recorta garantías a miles de trabajadores de la educación. Reflejo de ello, son los dos estatutos docentes del magisterio, la diferenciación entre profesores de planta, ocasionales y catedráticos en las universidades, y el abismo que separa a los 107 empleados de carrera del Sena en Caldas con los más de 800 contratistas que existen.
El estado actual de la educación en Manizales acarrea un problema mayúsculo para los jóvenes de la ciudad ya que a raíz de la desfinanciación del sector público, el actual modelo educativo se ha convertido en un sistema de eliminación en lugar de ser un espacio de inclusión. Solo 50 de cada 100 niños que inician primer grado, finaliza el bachillerato. De los 50 que logran graduarse, solo 19 ingresan a la educación superior (la mitad a instituciones privadas) y de éstos, solo 9 logran egresar de las universidades. Esto implica que apenas el 9% de los estudiantes que inician el colegio, se gradúa de una institución de educación superior. Seguramente por estas razones, 1 de cada 2 manizaleños considera que es muy difícil acceder a educación de calidad en la ciudad.
El 25 de octubre los habitantes de Manizales deberán elegir entre los candidatos que proponen mantener este modelo de educación y quienes plantean luchar por su transformación. Es necesario superar los eventos simbólicos y los acuerdos anecdóticos, y exigir acciones políticas reales para que la educación sea una prioridad en Manizales. El compromiso y la movilización por una educación plenamente financiada por el Estado y de alta calidad, deben ser permanentes.
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