Juan David Jaramillo | Corresponsal Normal Superior de Anserma | LA PATRIA
Érase una vez un conejo que andaba por el campo, de repente se encontró a un caracol y le dijo: "¿vamos a ser amigos?". Y por un tiempo los dos andaron juntos y muy felices.
Un día, el caracol decidió buscar a un viejo amigo, el caballo, para pasar largas horas de su tiempo con él, pero tanto fue ese tiempo, que casi se olvidó de la existencia del conejo, mientras este lo buscaba desesperado por cielo y tierra.
Los rastros
El conejo fue hasta la casa del caracol y tras tocar la puerta de la vivienda, le preguntó: "dónde estabas escondido? Llevo mucho tiempo buscándote", a lo que el caracol respondió inventándose una cadena de mentiras.
"¡Estaba en el campo!", dijo. El conejo le agregó: "te busqué y no te encontré". Acto seguido el caracol afirmó que estaba escondido.
El conejo poco le creyó y se fue de allí a buscar una vivienda para vivir; dio vueltas y vueltas por el campo y en su búsqueda se encontró nuevamente con el caracol, quien lloraba y lloraba por haber perdido a su nuevo y viejo amigo, pues el caballo se postró en la cama, luego de darse cuenta de tantas mentiras.
El conejo le aseguró al caracol que lo perdonaría, pero le advirtió que no volviera a mentir. Incluso, juntos, fueron a visitar al caballo, quien al verlos llegar relinchó de felicidad.
Se saludaron muy emocionados y llegaron a un acuerdo: vivir juntos, compartir el alimento y lo más importante, nunca más mentir.
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