Tatiana Varela Toro * Colegio Nuestra Señora del Rosario
Desde muy pequeña mi rutina es la siguiente: me levanto, salgo a la terraza y me deleito con un maravilloso bosque, que me inspira, obsequia aire puro, llena de energía, de pensamientos positivos y amor por la naturaleza.
Puedo escuchar las aves, el agua de una quebrada, y esto me hace sentir como en el campo.
Desde el año pasado, sin embargo, empecé a escuchar ruidos de motosierras, que poco a poco acabaron con el panorama natural, y de pronto los árboles empezaron a desaparecer.
Me he sentido muy mal por esto, incluso mis vacaciones de diciembre no fueron las mismas, pues mis mañanas cambiaron y me he sentido muy nostálgica.
Lo que está pasando allí es una consecuencia de la deforestación, que es provocada en este caso por el hombre, quien destruye la superficie forestal posiblemente para comerciar con la madera. Anualmente perdemos millones de hectáreas de bosque nativo en el mundo.
Me dicen que esa montaña vecina tiene dueño, y que los árboles volverán a nacer, también me contaron que hace cerca 18 años deforestaron este mismo lugar, lo que quiere decir que debo esperar por lo menos una década para ver nuevamente un nutrido bosque.
Y es así como quedó mi montaña predilecta. Invito a quienes lean esta columna a concienciarse sobre la importancia de los bosques: a sentirlos, a vibrar con ellos, a defenderlos y a sembrar un árbol.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015