ÓSCAR VEIMAN MEJÍA
LA PATRIA | MANIZALES
El Brasil de esta historia queda en el norte de Tolima. Tiene capilla y casa cural, pero no hay sacerdote. Tiene puesto de salud, pero no hay enfermeras. Tiene inspección de policía, pero no hay inspector. Tiene 22 casas en tabla parada, pero solo 4 están habitadas. Por eso, la primera impresión al pararse y mirar desde un florecido árbol de soldado rojo, en la entrada de la vereda, es que se está al frente de un espejismo, en estas laderas remotas a los pies del gran volcán Cerro Bravo.
¿Saben por qué Brasil no es un pueblo ciento por ciento fantasma? La respuesta está en una esquina del centro del caserío. Allí funciona una escuela que, por circunstancias y curiosidades de las zonas de frontera, geográficamente es de Tolima y administrativamente es de Caldas.
El viento se pasea desde 4 mil metros de altura del Cerro Bravo, baja raudo por un nudo montañoso, pone a cantar helechos y eucaliptos hasta entrar a Brasil. Allí acompaña las voces de la profesora Claudia Yaned Gómez y sus estudiantes, Estefanía, Óscar y Sebastián Marulanda, Yaneth Ortiz, Alejandra Muñoz, Daniela Ortiz, Yhonatan David y Fernanda Aguirre.
Hace tres años una avalancha se abrió camino por una quebrada de la zona. Arrasó cultivos, árboles y piedras. En su ruta enloquecida hacia el río Perrillo, límite Caldas-Tolima, arrancó un pedazo de tierra, justo debajo de la escuela de El Zancudo, vereda caldense vecina de Brasil. Desde entonces y ante el riesgo de colapso cerraron las puertas escolares.
"Aún el cauce sigue socavando por debajo de la escuela y por eso sacamos a los niños para evitar una tragedia", Yesid Cifuentes, habitante de la zona.
Unidos
A El Zancudo, en Caldas, y Brasil, en Tolima, los separa El Perrillo, pero los unen la historia, el comercio, sus inquietudes y sus sueños. También la solidaridad es un punto de encuentro.
Los líderes de El Zancudo y Montebonito, corregimiento al cual pertenece, empezaron a buscar opciones. Los niños no se podían quedar sin clase. De inmediato le echaron el ojo a la escuela de Brasil, abandonada por falta de alumnos.
"Fuimos a Herveo y hablamos con el alcalde. Hicimos un convenio y nos permitieron utilizar la escuela de Brasil", recuerda Dagoberto Galviz, líder de la comunidad.
La hermandad El Zancudo-Brasil viene desde comienzos del siglo pasado. Por allí pasaba una ruta comercial que por caminos de herradura desembocaba en Manizales.
Eran tiempos de recuas de mulas cargadas de maíz, frijol, queso y toda la muestra agropecuaria producida en las fértiles tierras de la zona, abonadas por cuatro explosiones del Cerro Bravo, una de ellas hace 295 años.
Los dos caseríos también compartieron momentos amargos. Como cuando por allí se pasaron paramilitares del Magdalena Medio, guerrilleros de los Bolcheviques del ELN y del frente 47 de las Farc, como siempre apuntando con sus fusiles y despojando a los más indefensos.
Poco a poco, las familias tomaron sus cosas, cargaron las bestias y les dijeron adiós a las tierras de sus abuelos y padres. Los candados, puerta por puerta, son la marca registrada del éxodo en este Brasil, donde la quietud y el silencio pasan por sus callejuelas, atraviesan la cancha de fútbol y llenan de soledad los corredores de las casas, las 16 bancas del templo de madera, la calle principal y cada rincón en la pequeña llanura oculta en el cañón del Perrillo.
Los padres también se van cuando sus hijos cumplen edad para entrar al bachillerato, luego de hacer la primaria en El Zancudo y ahora en Brasil. Otros, los envían a internados para que hagan la secundaria en colegios de Manizales y de Montebonito, y el fin de semana regresen a las fincas.
"El 99 por ciento de la gente se fue de Brasil, debido a las difíciles condiciones socioeconómicas y de seguridad", dice el secretario de Desarrollo Social de Herveo, Helbert González.
Misión
"Donde haya un asomo de civilización se puede hacer algo". Así le dijo hace tres meses la profesora Claudia Yaned al rector del colegio de Montebonito, donde ella enseñaba antes, cuando decidió encargarse de la educación en las dos veredas.
Con quienes hablaba sobre su nuevo trabajo le aseguraban que duraría máximo cuatro o cinco días. El pronóstico se basaba en que para llegar a Brasil y luego a El zancudo hay un recorrido tan largo como torturante.
Lo primero es conectar con el sitio La Libia, en la vía Manizales-Bogotá, a media hora en carro del páramo de Letras. Luego se sube una cuesta por una carretera, que bien se ha ganado el sobrenombre de trocha por su mal estado.
Son cerca de nueve kilómetros hasta la cima bordeando laderas del Cerro Bravo. Después, la vía está borrada por derrumbes, huecos y arena. Increíblemente por esta ruta antes pasaron camperos, sobre todo cuando las comunidades se reunían en convites para hacerle mantenimiento y construir placas huellas, y cuando los gobiernos locales enviaban maquinaria para rayar el trayecto.
Hoy es solo para lo que los pobladores llaman flota cagajón, integrada por yeguas, caballos y mulas que suben y bajan cargadas de queso, sobre todos los jueves de mercado en La Libia.
Sin vía cada vez Brasil quedá más relegado de lo que está. Ya ni los políticos se acuerdan. Con decir que el puesto de votación de la escuela ya no se utiliza, así aparezca en el Registraduría Nacional del Estado Civil. Todo porque en la primera vuelta de las elecciones presidenciales del año pasado solo votaron cuatro personas, es decir, había más personal de logística y de la Fuerza Pública que votos. Por eso, en la segunda vuelta el puesto lo pasaron para Letras.
Sin embargo, en esa lucha por no quedar invisible del todo está un gran corazón. Es del de la docente, quien en el 2 de febrero, su primer día de trabajo, se puso a cortar la maleza que rodeaba la escuela, y con sus alumnos la llenó de colores y begonias, margaritas, besitos rojos y alegrías.
Finalmente puso un letrero a la entrada: Bienvenidos a la Escuela El Zancudo, el cual opacó el de la parte alta en el que se leía: escuela Brasil.
"Nuestros esfuerzos están enfocados en que los niños y jóvenes del campo tengan educación. Por eso, hicimos el esfuerzo para tener profesora y alumnos en Brasil", Carlos Alberto Arias, rector del Instituto Montebonito, Carlos Arias.
En letras
Allí empezaron enseñando de primero a quinto, pero como Daniela Ortiz y los hermanos David y Fernanda Aguirre iban para sexto y séptimo se abrieron estos dos grados y de golpe evitaron que se fueran de la vereda.
"El sueño de nosotros es tener una posprimaria completa. Que no haya necesidad de enviar a los niños y jóvenes a otras ciudades, que se queden en la vereda, y aprovechen que nuestra modalidad es agropecuaria", comenta la maestra, quien vive en Marquetalia.
Las clases en Brasil comienzan a las 8:30 de la mañana para darles tiempo a que lleguen de El Zancudo los hermanos Marulanda, que caminan durante tres horas.
Al frente de la escuela florece un jardín y atrás una huerta, mientras sus alumnos esperan mejores baños, material didáctico... "Esperamos que si nos aprueban de octava en adelante, llegue un profesor para álgebra", dice la docente.
"Quiero que mi escuela tenga internet y se convierta en una gran posprimaria", Yhonatan David Aguirre, de sexto.
Dos respuestas
La secretaria de Educación de Caldas, María Aracelly López, dijo que la comunidad debe enviar la solicitud para que la escuela tenga más grados. Luego se efectúa un estudio para determinar el número de alumnos. "Todo a favor de los alumnos, y que no se vaya a ir en detrimento de los que ya están en la escuela".
Por su parte, Gustavo Restrepo, arquitecto de Infraestructura de Educación, expresó que el colegio y la Alcaldía de Marulanda deben presentar un proyecto si desean construir una escuela nuevo en El Zancudo. Sin embargo, advirtió que la Gobernación brinda apoyo en la elaboración del proyecto para presentarlo a la Nación. En recursos, se sabe que tenemos dificultades por estar en Ley 550". Carlos Alberto Arias, r rector del colegio Montebonio, al cual está adscrita la escuela, dijo que es un proceso muy complicado porque exigen acueducto, alcantarillado, redes eléctricas, lote, y eso es difícil de cumplir en un municipio de escasos recursos".
La soledad reina en la calle principal y en casi todos los rincones de Brasil.
Recibir misa en Brasil es un milagro, pues casi nunca van sacerdotes.
La cancha solo se utiliza los sábados, y los domingos en la tarde abren una cantina.
A este lado la profe con los niños, en Tolima, al otro lado sector de la Renta, en Caldas.
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