B. Eugenia Giraldo
LA PATRIA | Manizales
30 años han pasado desde la noche del 13 de noviembre de 1985 cuando el río Lagunilla, convertido en avalancha, sepultó a la Ciudad Blanca, como se le conocía a Armero.
De sus 25 mil habitantes, cerca de 2 mil salieron con vida, muchos de ellos niños. Algunos se reencontraron con sus padres o con lo que les quedó de familia, pero otros, engrosaron una lista que hoy es un interrogante para muchas familias que los reclaman y que presumen que están vivos.
"Fue la tragedia, el caos, la desorganización y las malas decisiones las que los separaron", relata Francisco González, fundador y director de la Fundación Armando Armero, proyecto que nació hace 10 años con el propósito de preservar la memoria del pueblo.
González desde hace tres años combina esta actividad con la investigación Niños Perdidos de Armero. Una causa que nos toca a todos con la que pretende reunificar a las familias y la que considera fue silenciada por cerca de 25 años, tiempo en el que padres, madres y familiares de los niños perdidos llevaban buscándolos, porque tienen la certeza de que salieron vivos de la tragedia de Armero.
Ese silencio que cita González es ahora un grito desesperado, un reclamo que hacen madres, padres o hermanos que acuden a la Fundación para registrar en el Libro Blanco a sus niños perdidos en Armero, que hasta ayer sumaban 237.
Sobre la credibilidad de estos reclamos, González habla con certeza de que un número considerable de niños salieron vivos de la tragedia, aunque hay otros de los que no hay pistas. También cifra su confianza en la intuición de las madres, ese sentimiento visceral que solo ellas sienten. "Llegan con fotos de sus hijos y me dicen: siento que estos dos están muertos y siento que éste, está vivo. Ante eso, no puedo reclamarle pruebas, solo debo ofrecerles mi ayuda".
Con la autorización de los reclamantes, González, como director de la Fundación, se convirtió en vocero ante el Instituto Colombiano de Bienestar Familia (Icbf) y ante el Estado para continuar la búsqueda.
Pero fue cuando reclamaron al Icbf el Libro Rojo, que esta entidad, según González, comenzó a medio pararles bolas. "Este libro es el registro que llevaba el Icbf regional Tolima, seccional Ibagué, para consignar los datos de los niños de Armero que llegaron allí: datos, fotos, señales particulares de los niños. Alguna vez se habló de 250 niños, después se dijo en un comunicado que eran 169. Lo que sí es claro es que desde esa época el Icbf llamó a unas madres que reclamaban a sus hijos a través de la Fundación y les ofreció su ayuda".
Lo que sucedió fue que muchas de ellas respondieron que luego de 25 años de silencio era mejor que se entendiera con la Fundación que las representa.
La cabeza de la Fundación Armado Armero, Francisco González, señala que en el Libro Rojo del ICBF faltan muchas fotografías, muchas de ellas están arrancadas. Se evidencia la entrega de menores a personas con una sola firma y sin la cédula. Se nota que a ninguna persona se le hizo examen de ADN, cuando éste ya existía.
"Esto demuestra un poco la improvisación, podríamos justificar y decir que Colombia no estaba preparada para esto, pero la función y protección de estos menores por el Icbf demuestra que están fallando los protocolos en el rescate de menores cuando hay tragedias naturales".
La dificultad para continuar la búsqueda, según el director de la investigación Niños Perdidos de Armero, es que no hay presupuesto. Por ejemplo, a las Abuelas de Plaza de Mayo, en Argentina, el Estado les otorga el examen de ADN, acá el gesto más solidario y humanitario lo recibieron del científico Emilio Yunes y su hijo, Juan, que les donó $100 millones para esta prueba.
Con este insumo se conformará el banco de ADN de los familiares de Armero y que se cruzará con los niños, hoy adultos, que se registran en otro libro, el Verde, que incluye hasta ahora 8 niños, ahora adultos, que buscan a sus padres.
De estos ocho, González comenta que hay cinco que viven en Colombia y los otros tres en el extranjero. Todos fueron adoptados.
Al perder todos sus documentos, en es época hubo un decreto que facilitaba a los armeritas volverse a registrar. "Esto facilitó que muchos niños los acogieran en sus casas y no los devolvieran, otros se los llevaron para otros países, también se presentaron mafias de adoptantes, fue la improvisación del Icbf y la buena o mala fe de muchos colombianos y extranjeros".
Hace dos semanas la Fundación le envió una carta al presidente Juan Manuel Santos, pidiendo que apoye esta investigación. Que facilite la apertura de todos los archivos del ICBF, porque como dice González, no solo fue la sede de Ibagué la única que recibió niños de Armero. "Los menores estuvieron en Bogotá, Medellín, Eje Cafetero, en muchas partes, por eso pedimos acceso también a los casos de adopción de esa época".
También le solicita al Presidente un espacio de 30 segundos en televisión, para que los familiares presenten su caso.
"Ese es el mejor homenaje que puede hacer un Estado que ha sido consecuente con la Ley de Víctimas y que sea el camino para que se tramite una ley de víctimas de desastres naturales".
González ya logró el primer éxito al reencontrar a un niño perdido de Bogotá, adoptado por holandeses, que figuraba en los registros como uno de los menores salvados de la catástrofe de Armero. Hace dos años fue el reencuentro entre el joven y su padre.
"El camino es largo, pero hay señales", asegura esperanzado Francisco González y agrega: "Intuyo que esto al ICBF no le interesa, esto ocurrió hace 30 años, dice que actuó bien, aunque sabe que no. Esto apenas comienza", concluye el autor del Libro Blanco y del Libro Verde.
Ayer durante la presentación del informe sobre el Libro Rojo, se proyectará un video donde aparecen niños de la época que fueron albergados en el Icbf, seccional Tolima. Tal vez alguna madre podrá identificar a alguno de estos niños.
Luego se proyectó el documental Raíces del olvido, de Jorge Montealegre y una eucaristía con el sacerdote armerita José Luis Rivera.
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Ha trascendido que el Libro Rojo original contenía 250 registros de niños y 298 folios, pero que en una inspección posterior solo se contaron 169 registros de niños sobrevivientes y 278 folios. La inconsistencia no ha sido aclarada.
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Con respecto al Libro Rojo del Icbf, Luis Eduardo Céspedes, director de la entidad en Caldas, manifestó que aunque a comienzos del año pasado el ICBF convocó a las personas afectadas por la avalancha y residentes en Chinchiná y Villamaría, interesadas en información sobre adopción hace 30 años, pero ninguna persona se acercó. Céspedes presume que si hubo alguien de Caldas tal vez acudió a la regional del Tolima, aunque admite que no tienen reportes de que haya sido así. "Sé que hubo muchas dificultades con eso, porque se generó más especulación que realidad y fue muy poco lo que se avanzó. Parece que la Fundación sí conoce de algunas personas que están interesadas en obtener alguna información y la han solicitado en Bogotá".
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Hoy, en la Notaría de Guayabal, se efectuar una toma de 100 muestras de ADN para nuevos casos de personas que llegan de otros países y que se relacionan con menores, que para esa época, tenían entre 0 a 15 años.
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