LA PATRIA | MANIZALES
Como estatua de marfil, suave y frágil al tocar, yo te acaricio tiernamente... con este bolero de Tito Cortés, Ana Stella Cardona y sus nueve hijos recuerdan al agente Rubén Darío Trejos López. El esposo detallista, el papá cariñoso y estricto.
A los 24 años decidió irse a vivir con su vecina de 17 años en el barrio Los Cedros. “Me sacó de la casa, luego de un día que llegué tarde”, cuenta Ana Stella. Después, por sus hijos, Rubén Darío decidió cambiar el oficio de pintor por el de Policía. Allí estuvo hasta los 46 años, murió a dos años de jubilarse.
El caleño tenía 7 años cuando perdió a su papá Luis Hernando Trejos. Luego llegó a Manizales con su mamá Aurora López y cinco hermanos. Siempre vivió cerca de ellos, a pesar de que pasó por Risaralda, Belálcazar, Manzanares y Pensilvania.
La Gata, como lo llamaban por sus ojos verdes y pestañas largas, era estricto y serio, a veces podía pasar por malgeniado, pero con sus hijos mostraba su lado más querendón. “Cuando estaba en el comando, llamaba todos los días y pedía hablar con cada uno”, comenta Luz Stella. “Entre seis varones hace falta su mano firme”, agrega Martín, de 21 años.
En sus días de descanso, Rubén Darío estaba con Erika, Luz América, Cristian, Iris, Rubén, Jorge, Fabio, Martín y Alejandro. Esos nueve hijos que bajaban casi desbocados por las escalas al oírlo llegar.
Ir a la Rochela, ver películas en la casa, comer helados o chocorramo con leche, tomar unos traguitos de ron o aguardiente y escuchar boleros y rancheras con su esposa eran los planes familiares preferidos por La Gata.
Otra actividad favorita de Rubén Darío era cuidar el jardín. “Le ponía música a las matas, les hablaba. Cuando él murió, se murió el jardín”. También disfrutaba ver a su hijo menor, Alejandro, bailar al ritmo del Pirulino, o dejar que la perrita Manuela jugara con los cordones de sus botas.
La despedida fue un sábado, días antes de la toma a Arboleda. Sus hijas le pidieron que se retirara, que se dedicara a manejar el taxi que había comprado, pero él les respondió que debía cumplir con su deber. “Fue la única toma guerrillera en la que estuvo. Si no se hubiera ido, lo tendríamos aquí”, dice Iris, quien cumplió 15 años el 1 de agosto del 2000, día en el que enterraron a su papá.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015