Óscar Veiman Mejía
LA PATRIA | Manizales
Los siguientes son apartes del libro No íbamos para Armero, testimonio de un sobreviviente, escrito por el manizaleño Víctor Hernán Cubillos:
“… una tarde de martes acudimos a la secretaría de nuestra Facultad para mirar la cartelera. Un aviso escrito presurosamente con un marcador azul anunciaba:
Curso Paleontología I
Salida Payandé-Piedras
Noviembre 13 de 1985
Hora: 8 a.m.
“…para disipar la impaciencia el profesor Jorge Dorada hizo una furtiva aparición en medio de un corrillo de los estudiantes que aguardaban en el hall central. Acto seguido se hizo circular el anuncio de que la salida había se había pospuesto para las 10 de la mañana… El retraso obedecía a que precisamente Jorge tenía que dejar listo antes de partir un informe técnico para la empresa Cementos Caldas…”.
“… el grueso del grupo se había dispersado y solo unos pocos aguardaban al pie de la pila de morrales… Fueron los primeros en percatarse de la llegada de la buseta, una de las cuatro que la universidad tenía en servicio, asignada ese día para transportarnos…”.
“Una vez a bordo, la capacidad de la buseta: 29 pasajeros sentados además del conductor, resultó excedida por las 31 personas que en total integrábamos el grupo…”.
“… a eso de las diez de la mañana..., abandonamos nuestra sede de Palogrande al frente del estadio, en ese entonces conocido como Fernando Londoño Londoño y tomamos rumbo subiendo por la avenida Lindsay... para luego doblar por la avenida Santander en dirección del Batallón Ayacucho buscando la salida hacia el valle del Magdalena…”.
“… Delgaditas es una parada obligada luego del aletargamiento que produce el ascenso a Letras y el paso por Cerro Bravo. Allí fue donde primero nos apeamos de la buseta para pedir la consabida agua de panela con queso, el bocadillo o la fritanga para recargar energía, o simplemente ir al baño…”.
“… era miércoles, pero la lectura en el cuadrante que adornaba la muñeca de mi amigo (José Fernando Vallejo) era ´Martes 13´, el famoso presagio de la mala suerte. Le hice el comentario, pero no le dio importancia…”.
“… llegamos hacia las dos de la tarde a Mariquita, donde paramos a almorzar… Nos disponíamos a reanudar el recorrido, pero sorpresivamente, tuvimos que ayudar a empujar la buseta cuyo encendido había fallado…”.
“…De nuevo en marcha, nuestro profesor nos anunció que para aprovechar el día y basado en un artículo publicado en un número de la revista Geología Norandina, nos dirigiríamos en busca de una localidad fosilífera cercana reportada en el municipio de Falan… Para llegar a Falan hay que tomar la carretera que conduce a Ibagué, nuestro destino inicial…”.
“Portando martillos, morrales y ataviados con indumentarias de faena, una caravana de forasteros atravesamos por el cementerio (de Falan) para dirigirnos por una trocha de barro resbaloso y guijarros desperdigados hacia el sitio denominado Cerro Gordo...”.
“... empezamos a sentir una molestia en la piel, una suerte de comezón y una sensación como si nos estuviesen arrojando arena, que se quedaba impregnada en el sudor de nuestros cabellos y por momentos nos causaba ardor en los ojos… a Conrado Gómez (estudiante) se le ocurrió tomar una hoja de papel periódico y extenderla sobre la superficie para terminar exclamando muy convencido: ´Vea, es ceniza, mire que sí´…”
“... Jorge Dorada, quien había ascendido hasta el punto más alto del cerro, regresó a nuestro encuentro sosteniendo una bolsita plástica transparente entre sus dedos la cual contenía una muestra del material que estaba cayendo. Con esa mirada enigmática y ese tono convincente que lo caracterizaba, sentenció lacónicamente: ´Muchachos, este volcán va a ser para este lado…”.
“… se escuchó un mensaje perifoneado desde la torre de la iglesia, en alusión a la caída de ceniza ocurrida en la tarde. Ya era de noche y las autoridades (de Falan) daban un parte de tranquilidad, diciéndoles que no había motivo para preocuparse…”.
“... Llegados al tramo de asfalto, por fin don Evelio (conductor) pudo acelerar la marcha y el recorrido… Todavía nos faltaba poco más de un par de horas para llegar a nuestro destino, Ibagué. De pronto surgió algo inesperado y fue que un torrencial aguacero comenzó a abatirse sobre nosotros transformando el ronroneo del motor en el chasquido del caucho al roce con el asfalto húmedo…”.
“… Fue precisamente en un instante cuando el temporal amainó un poco, que divisamos unas luces e hileras de casas. Era la entrada al municipio de Armero. Don Evelio disminuyó la velocidad y se dirigió a nuestro profesor para insinuarle que nos quedáramos a dormir ahí… Ya eran como las 7 y 30 de la noche. Todos los demás estábamos exhaustos, hambrientos y deseosos de tomar una buena ducha para sacudirnos los rastros de ceniza…”.
“…Así que cuando el vehículo se detuvo en el alojamiento sugerido, todos nos aprestamos presurosos a desembarcar… la voz de Jorge irrumpió en el grupo para decirnos: ´Mañana aquí a las 7:30, sí?..”.
“… Los muros de la entrada estaban pintados de verde hasta la mitad y de ahí hasta el techo de blanco… Bien visible en letras mayúsculas de color rojo se leía la inscripción: Residencias la Popular´… era una construcción sólida en ladrillo y gruesas placas de concreto reforzado con varillas de acero…”.
"... Cuando penetré de nuevo al interior de La Popular para resguardarme de la lluvia, el ambiente era de recogimiento y descanso...".
"... ya eran como las diez de la noche, tiempo para preparar la jornada del día siguiente. Nuestra habitación quedaba en el segundo piso, a mano derecha justo terminando las escaleras de la entrada principal y muy cerca de los baños...".
"... Repasábamos nuestras notas cuando súbitamente quedamos sumidos en la oscuridad. Las aspas del ventilador de techo comenzaron a voltear cada vez más despacio... y todo quedó en absoluto silencio. Pensamos que se trataba de un apagón pasajero a causa de los rayos...".
"... José Fernando salió de la habitación refunfuñando y me dijo que iba a conseguir una vela. Presumo que descendió a la primera planta en busca de la recepción. Es el último recuerdo que tengo de él...".
"… Minutos después empezó a escucharse una algarabía en la parte de abajo. Se oían voces de excitación y movimiento procedentes del patio situado en el área central del primer piso, pero no se veía nada, ni se distinguía a nadie. Hasta ese momento yo tampoco había querido asomarme al balcón esperando el regreso de José con la vela....".
"… La voz de Zulma Cristina surgió entre la penumbra y comenzó a convocarnos a la acción. ´Los de Geología salgan que nos vamos'|, saquen sus cosas... !El río se creció!"
"… No tuve tiempo ni para pensar o actuar, solo estaba presa de los nervios y en medio de una algarabía que no podía entender. La suerte estaba echada. Ahora dependía de mí mismo porque realmente no tenía a nadie a quien recurrir...".
"No había ya nada que hacer cuando nos dimos cuenta de la inminencia del peligro. Lo mismo les sucedió a la mayoría de pobladores de Armero quienes fueron sorprendidos, muchos ya durmiendo, sin ninguna conciencia de lo que estaba pasando y sin preparación para afrontarlo".
Nota:
La parte siguiente del libro de Víctor Manuel Cubillos No íbamos para Amero reconstruye la odisea que vivió luego de salir del lodo en Armero.
Los de Geología
Fallecidos
Estudiantes
Enrique Antía Londoño, Carlos Alberto Castaño Quiceno, Juan Alfonso Delgadillo Calero, Jorge Mario Estrada Martínez, Humberto Franco González,
Ramiro Osma Caicedo, Eugenia Amparo Osorio Vélez, Kevin Augusto Toro Gómez, José Fernando Vallejo Naranjo.
Profesor
Jorge Guillermo Dorado Galindo
Conductor
Luis Evelio García Giraldo
Sobrevivientes
John Jairo Aristizabal, Álvaro Cadena, Jaime Castillo, Víctor Hernán Cubillos,
Helmann Duque, Carlos Eduardo Fuentes, Hugo Hernán González, Conrado Gómez, Diego Gómez Calle, Jaime Guzmán, Washington Montaño, Sofía Navarro, Jorge Iván Orozco, Zulma Cristina Fúquenes, Jaime Vallejo, Juan José Restrepo.
El autor
Foto | reproducción | LA PATRIA
Víctor Hernán Cubillos Quintero nació en Manizales en 1965.Es geólogo con estudios de posgrado en Francia y Canadá, donde vive desde el 2002.
Foto | Martha Elena Monroy | LA PATRIA
La Universidad de Caldas rindió homenaje con la siembra de 11 árboles a los fallecidos estudiantes, profesor y conductorfallecidos en Armero.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015