Freddy Arango
LA PATRIA | La Dorada
Al caer la noche sobre el río Magdalena, a su paso por La Dorada (Caldas) se van encendiendo pequeñas luces que se mueven con el caudal de la corriente. Parecen luciérnagas, pero son los pescadores quienes emprenden su faena nocturna.
Antes amarraban en sus canoas antorchas con petróleo o alcohol, la luz era rojiza, como la de la leyenda de Las Candilejas. Ahora, gracias a la tecnología, es blanca por las linternas led recargables que portan en su cabeza.
La jornada
"Habla con la Luna, (el pescador) habla con la playa, (el pescador) no tiene fortuna, solo su atarraya".
Como la canción de Totó la Momposina así inician cada noche su jornada Ferney Barón Oliveros con su compañero de brega William Salinas en su canoa río arriba o río abajo, según se comporte el Magdalena, en el sector de las playas de Bucamba.
Ferney, conocido en el puerto caldense como El soldado, es uno de los cerca de 70 pescadores que por esta época de subienda se han dedicado desde el 20 de enero a tirar cuerdas con carnada de lombrices, totas (pescados pequeños) y atarrayas hasta de 50 metros de largo.
Trabajan día y noche, duermen por ratos en chinchorros o colchones tirados en la arena en sus rancherías, asentamientos de palos y plásticos. Allí hacen su comida, juegan y toman cerveza, que les apacigua la sed.
Navegan con respeto por el Magdalena, reman con cautela. "El único papel que pide el río es saber nadar... el río es tranquilo y sereno, pero si se descuida resulta en medio de cuatro velones", dice el Soldado.
Cada hora o dos revisan y sacan el pescado en una caneca, a las 5:00 a.m., cuando el Sol se empieza asomar en el oriente, limpian el pescado y arman las sartas para llevar al puerto de la Plaza de Mercado, se transportan en canoa con motor o en algunos casos moto y bicicleta.
"Regresan los pescadores con su carga pa' vender al puerto de sus amores donde tienen su querer", así como canta Totó la Momposina, el Soldado y William retornan a su chinchorro para organizar la próxima pesca.
El peor día
“El peor día de pesca fue cuando una nutria se comió todo el pescado todo un día. Me desbarató la caja y lo que no se comió lo dejó ir al río. Ya me ha pasado como tres veces. Siempre pasan en galladita dos o tres nutrias”, recuerda Ferney Barón Oliveros.
Datos
La Dorada está a 176 m.s.n.m.
Temperatura entre 28,5 y 35 centígrados.
A 170,5 kilómetros de Manizales.
Fotos | Freddy Arango| LA PATRIA
Los pescadores parecen luciérnagas sobre el río Magdalena, luces repartidas que se mueven lentamente por el agua. Antes usaban antorchas con petróleo o alcohol. Ahora, gracias a la tecnología, usan linternas de led recargables en su cabeza.
El pescado lo venden entre las amistades que encargan o quienes madrugan al puerto a la espera de la faena nocturna.
En el puerto, en la plaza de mercado de La Dorada, los compradores están a la espera de las canoas llenas de pescado para empezar la negociación.
“Ahora sigue la bajanza, el pescado sube hasta Girardot o Ambalema y de ahí se devuelve otra vez a reproducirse a en la ciénaga”, comenta Ferney Barón Oliveros.
Capaz, blanquillo, mueluda, bagre y barbudo se pescan en el río Magdalena.
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