Los niños de la guerra

MÓNICA FRANCO Y JHON JAIRO MARTÍNEZ

Julián* y Manuel* tienes dos cosas en común: provienen de lugares distintos a Caldas, pero residen en Riosucio. La otra es que ambos, siendo menores de edad, fueron reclutados por la guerrilla.

Julián, que hoy ya tiene 19 años, estuvo enfilado durante seis, y entró cuando apenas tenía 11. “Me prometieron dinero y estudio, por eso me fui, pero todo eso es mentira”, afirma.

Sentado en una silla del Centro Zonal de Bienestar Familiar en Riosucio, con sonrisa cálida y sin dejar de mover sus manos una sobre otra, Julián explica que llegó a estar al cuidado de Bienestar Familiar porque la Policía lo rescató en un enfrentamiento de su tropa, en las selvas del departamento de Chocó.

El Instituto tiene a su cargo 30 jóvenes, y la mayoría provienen de departamentos diferentes a Caldas, ya que cuando son rescatados o se desmovilizan, los niños, jóvenes y adultos son blancos militares de los grupos al margen de la ley.

Camisa de fuerza

Julián relata que quiso salirse de las tropas, pero dice que una vez se entra, ya no es posible salir. “Uno aprende a moverse. Conoce los espacios, los movimientos y por eso a esa gente no le conviene que uno se vaya porque puede cantar”.

La rutina en la guerrilla, según él, comienza desde las 4:45 de la mañana, y el temor de estar siempre vulnerables a una emboscada del Ejército “no deja vivir con tranquilidad”.

Natalia Springer, politóloga y periodista, encontró en el estudio Como corderos entre lobos (disponible en moe.org.co), en el que entrevistaron a 491 niños, que todos los menores que son reclutados provienen de familias muy pobres, y que en un porcentaje significativo los menores se vieron obligados a abandonar la escuela para contribuir con la economía familiar.

“Sin variaciones, todos los niños y niñas han sido afectados directamente por la violencia en sus regiones y han padecido la pérdida o desaparición de algún familiar en primer o segundo grado”, se afirma en el escrito.

Springer también expone que con el paso del tiempo tanto niñas y niños están siendo reclutados a edades más tempranas. “El 69 % son menores de 15 años. Mientras que hace tan solo cuatro años el promedio se situaba en 12,9 años, hoy los niños son reclutados a los 12,1 años de edad”.

De Manuel
Manuel hoy tiene 17 años y también hace parte del programa del ICBF  en Caldas Desvinculados del conflicto. Es amigo de Julián, y dice que haberse entregado al Ejército, a las orillas del río Vaúpes, de donde proviene, fue la mejor opción que pudo encontrar para dejar atrás el conflicto.

Terminó metido en la guerrilla por problemas familiares y por rebeldía. Creyó que encontraría una vida mejor alejado de sus familiares: seis hermanos, papá, mamá y una sobrina. “Uno se imagina las cosas diferentes”, sostiene. 

Luis Eduardo Céspedes, director regional del ICBF en Caldas, dice que el reclutamiento de menores es un delito porque los niños a la edad en que son reclutados no son conscientes de la ideología que les plantean.

“Les imponen una realidad marcada por un fusil, impidiendo que desarrollen sus sueños”.

Así lo corroboran Julián y Manuel, que se sienten agradecidos de haberse alejado de la guerra, que creían diferente y que llegaron a ver como una oportunidad.

De cifras
Springer afirma que en el estudio encontraron que aunque la cifra de desmovilización de niños es baja  (promedio actual 21 por mes), hay que tener en cuenta que la deserción de un grupo armado ilegal es una decisión de vida o muerte en la que muchos menores perecen, porque las condiciones de huida son insuperables o porque son recapturados y dados de baja por traición.

Agrega que para responder a la pregunta de cuántos menores han sido reclutados por las Farc, Eln y las Autodefensas Unidas de Colombia revisaron los datos de 10 mil 732 desmovilizados adultos y compararon la edad avalada por la Registraduría General del Estado Civil durante el acto de entrega con el tiempo de militancia al interior de los grupos armados y encontraron que el 52,3 % de los combatientes adultos afiliados al Eln ingresó a este grupo siendo niño. En las Farc fue el 50,14 % y en las Autodefensas el 38,12 %.

Para Julián lo más difícil de estar en un grupo armado es tener que dejar de ver a la familia y vivir experiencias en zonas urbanas. Con 19 años y próximo a egresar del programa de Bienestar Familiar y recibir una indemnización por la Ley de Víctimas aprobada en el gobierno del presidente Juan Manuel Santos, tiene un gran anhelo y  es regresar a vivir con su mamá, abrazarla y compartir con ella los años que estuvo en la guerrilla.
Mientras que Manuel espera seguir vinculado al programa, estudiar Administración de Empresas, en Armenia o en Bogotá, y montar su propio negocio.

El dato
Según informó el director del Instituto de Bienestar Familiar, Diego Molano, enero es el mes más crítico para el reclutamiento de menores, y Antioquia es el departamento en el que más se vive este flagelo.

Para evitar el reclutamiento
El director regional del ICBF en Caldas, Luis Eduardo Céspedes, da las siguientes recomendaciones para los padres de familia, enfocadas a evitar a que sus hijos sean reclutados, bien sea de manera voluntaria o forzosa:
*Fortalecer la unidad familiar y el diálogo con los niños.
*Que los padres de familia conozcan qué hacen sus hijos y las personas con las que se están relacionado.
*Fortalecimiento de valores desde el hogar, como el respeto, la tolerancia, y el esfuerzo que se debe hacer para llegar a ser grandes en la vida.
*Tener conciencia del proyecto de vida de los menores. Que los niños sepan qué quieren hacer y se sientan respaldado por los padres de familia.
*Garantizarles la educación, formarlos para que sepan que con esos conocimientos podrán en un futuro hacer parte de un entorno laboral.
 

Nota: Los nombres de Mnauel y Julián no son reales, se cambiaron para preservar la seguridad de los entrevistados.

Vea a continuación el video con los testimonios completos de los dos jóvenes.