López, el ángel que voló a los 25 años

LA PATRIA | Manizales

El brillo de los ojos. La mirada angelical. El rostro pulido. “...pero sobre todo un hombre bueno, que por eso se murió”. La respiración agitada y el llanto son de Giovana Zuleta, la esposa del agente Leonéder López, que pronuncia palabras y frases como las anteriores.

Ella recuerda que lo conoció en un almacén de adornos en el centro de Armenia, donde ambos eran vendedores. “Él vivía con una tía en el barrio La Miranda, lejos de la casa familiar. Su madre vivía en Florida (Valle)”.

El rostro de Leonéder cuadró perfecto para ser el Ángel de la Policía, campaña de la institución uniformada. “Lo escogieron en un congreso, nos pusimos muy contentos. Eso era algo muy grande”.

Ella recuerda que de niño pasó dificultades económicas. Sin embargo, en él todo era lucha diaria, un tiempo trabajaba en una panadería y luego en una carnicería, no se varaba.

El deseo de ayudar a la familia y de forjarse un futuro mejor lo llevaron a optar por la Policía. “En ese momento vimos que era una buena opción, pues es una institución sólida del Estado, que le podría brindar estabilidad laboral y económica”.

Luego de terminar el bachillerato en el Inem de la capital de Quindío, el siguiente paso fue entrar al curso en la Escuela de Carabineros Alejandro Gutiérrez, de Manizales.

En un principio perteneció a la fuerza disponible, luego lo enviaron a Marquetalia. La ruta continuó con el traslado al corregimiento de Montebonito (Marulanda). La pareja, con su hijo de dos años, decidió quedarse a vivir en esta población.

La señora reseña: “Cuando lo enviaban a una comisión, yo me venía para donde mi mamá a Armenia. En Arboleda le tocaron dos comisiones. La última la comenzó en mayo del 2000”.

Las malas noticias empezaron a llegar en la mañana del 29 de julio de ese año. “La esposa del agente Ariza, que también vivía en Montebonio, me llamó a Armenia a contarme. Fue muy duro”, concluyó Giovana, quien fue la esposa de Leonéder, el ángel que voló en Arboleda para siempre. En la tierra dejó lo que para Giovana es otro ángel: su hijo, Santiago López Zuleta, quien hoy tiene 18 años y está en la universidad.