Albeiro Rudas
LA PATRIA | Anserma
En Anserma cada mañana, por la empinada calle 9.ª entre carreras 3.ª y 4.ª y por un largo trayecto de la carrera 3.ª se observa a un joven que empuja en una silla de ruedas a un adulto, de 91 años de edad. Así llegan a una esquina de la carrera 4.ª, pleno centro de esta población. Esta situación no debería extrañar, sino fuera porque quien empuja la silla de ruedas es invidente.
La historia de esta pareja con capacidades especiales se inició hace varios años en el templo Santa Bárbara, luego de una misa.
Luis Carlos Aguirre Granada, ahora nonagenario, sobrevivía de la venta de galletas y de rifas que promovía sentado casi todo el día en un andén de la calle 9.ª con carrera 3.ª, muy cerca de la pieza donde vivía solo.
Fabián Alzate Quintero es huérfano y perdió la visión como consecuencia de un glaucoma. Llegó solo hasta Anserma en busca de futuro y poder realizar alguna actividad para sobrevivir.
Luis Carlos, que ya tenía dificultades para caminar y se fue quedando en silla de ruedas, le propuso que compartieran la pieza y juntos vendieran las galletas para sobrevivir. Fabián acepto con la condición de que Luis Carlos lo guiara con sus ojos. Él aportaría la fuerza para subir empujada la silla por las empinadas calles.
Esta simbiosis ha funcionado muy bien, y aunque en ocasiones las indicaciones que da Luis Carlos para guiar a su lazarillo ciego desatan discusiones momentáneas entre ambos, eso queda en el olvido, pues son más las cosas que los unen que las diferencias.
Fabián dice que también prepara en una pequeña casa, que les cedió la fundación San Vicente para que vivieran, los alimentos para ambos: "Yo enciendo el fogón y Luis Carlos me va guiando para echar los ingredientes y estar pendientes cuando se cocina y luego para servir".
Muchas personas les colaboran, dice Luis Carlos. Por ejemplo, Cristina, una auxiliar de enfermería, le aplica la insulina cada día. Cunado ella no puede, él va a una farmacia cercana.
Una silla eléctrica
Luis Carlos les pide a las personas que quieran ayudarlo, su colaboración para adquirir una silla de ruedas eléctrica y tener mayor capacidad de desplazamiento y aliviar en algo el esfuerzo de Fabián para empujarlo. Fabián dice que llega muy cansado a la casa y esa silla sería una gran ayuda para los dos.
El ciego hace de lazarillo para empujar la silla de Luis Carlos, que hace las veces de guía.
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