B. Eugenia Giraldo
EL PREGONERO | MANIZALES
José Pablo Escobar sabe como conjugar deber y pasión. Su cargo, como capellán de la Plaza de Toros de Manizales, le ha permitido en estos 50 años vivir más de cerca la tauromaquia, afición que viene de cuna y que comenzó con su papá, José Pablo, Pablín, quien fue inspector de puyas y banderillas entre 1954 y 1980.
Cuenta que cuando tenía 6 años lo llevaron a una procesión del viacrucis y al regresar a casa, le preguntaron qué era lo que más le había gustado, José Pablo, hijo, respondió: “la torera”, se refería a la Verónica.
El 28 de diciembre del año pasado cuando se le hizo la entrevista, el sacerdote llegó a la Plaza con un álbum que recopila sus momentos en ese recinto. Incluye abonos de las primeras corridas, fotos de toreros y de familiares y una muy especial con su padre, Pablín.
Para su fortuna y por su oficio como capellán no ha presenciado en el redondel de la Plaza la muerte de un torero, pero sí, incontables cornadas.
Sobre la mejor faena que ha visto en Manizales, responde con un ¡ay ay ay! y dice que ni Ramón Ospina la pudo contestar. Pero hace un esfuerzo y recuerda la de José Ortega Cano en Manizales, al toro Picaflor y resume: “cada aficionado guarda la mejor en su memoria, eso es relativo”.
Al hablar de toreros memorables cita a Luis Miguel Dominguín, Antonio Ordóñez, Paco Camino, Ortega Cano, y Pepe Cáceres, por supuesto, de quien dijo: “No aceptó el consejo de retirarse porque ya había perdido reflejos, toreó en Manizales, fue a Sogamoso y allá lo corneó el toro de la muerte”.
El sacerdote afirma que al periodismo taurino hoy le falta afinar más. Relata que con Ramón Ospina “la corrida se veía por radio”. Inclusive lo señala de profeta, porque se adelantaba a lo que iba a ocurrir desde el momento que salía el toro, por eso lo considera el mejor cronista de radio. “Se supo mantener y fue insobornable”.
Hoy, cuando llegue la procesión a la Plaza de Toros, el padre José Pablo Escobar le brindará a La Macarena una oración por aficionados y toreros y tendrá un momento especial por el alma de Andrés de Los Ríos, quien falleció el martes en Manizales.
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Monseñor Arturo Duque Villegas lo nombró capellán de la Plaza de Toros de Manizales hace 50 años.
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“La fiesta ha perdido su sitio como arte. Los antitaurinos y los falsos políticos quieren acabarla, porque no ven la audacia de quienes se juegan la vida ante un toro, que genéticamente es violento.
La Marcarena, la advocación más querida para José Pablo.
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